Miel

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"La traicion, la venganza, el intelectro..."

Llevó las manos a su pecho, entrelazandolas para comenzar su rezó en voz alta, cerró los ojos y agachó su cabeza. La oscuridad inundó karmaland, provocando también que cayese una ligera llovizna sobre su casa.

"Dame el poder de cambiar su empalagoso aspecto..."

Se relamio los labios, imaginando el sabor del liquido no Newtoniano amarillento.

El dolor, la oscuridad, la inconsciencia..."

Levantó su rostro para ver la estatua que le había dedicado a sus Dioses oscuros.

"Dame el poder de cambiar su dulce apariencia"

Un astro de luz, iluminó la piedra frente a él, dejándole encandilado unos segundos, cuando se hubo ido, dejó a la vista algunas pociones con un líquido rojo y grumoso dentro de dichas botellas.

Como muestra de su agradecimiento, arrojó la amapola que había robado de la casa de Auron, los dioses como agradecimiento, apagaron la lluvia.

Ahora iniciaría su plan.

**********************************

Miraba dudoso la parcela de arena frente a él.

Su querida playa ahora estaba destrozada a causa de una mina. Era poco decir que no estaba furioso, pues tenía una idea de quien había sido.

Después de todo, Luzu era la única persona con la que tenía algun tipo de problema de por medio.

Su "traición", le venía rondando al mayor desde las elecciones y le tenía muy presente, después de todo, era su vecino y amigo.

Aunque empezaba a creer que no solo ya no era su amigo, a pesar de haberle explicado sus razones, sino que quizas ya hasta le odiaba.

Y eso le dolía en el pecho.

Ya vendría siendo hora de actuar, antes de dejar al castaño que hiciera lo que quisiera con él.

—¡Auron!- el gritó del dueño de sus pensamientos llamó su atención y que mejor momento que ese, quería una explicación.

—Luzu, ¿Que coño hiciste en mi casa?- salió con el entrecejo fruncido, solo para ver como explotaba un TNT en sus narices —¡Luzu, ya basta!- no quería tomar al problema de raíz, sabía que dicho contraataque solo haría que su relación, ya casi inexistente, solo se desvaneciera más.

—Perdona Auron- se le notaba un poco sumiso, algo que me hacía sospechar demasiado sobre su próximo movimiento, mientras que se disculpa, notó como se acercaba lenta y sutilmente a su persona —Tengo un regalo para ti, ya sabes, como disculpa por todo lo sucedido- una sonrisa con falsa inocencia adueñó su rostro.

—Si es otro explosivo, no lo quiero- se cruzo de brazos, mirando fijamente al contrario, ya no estaba tan enojado y es que, con ver sus lindos ijos castaños, se relajaba.

—Por supuesto que no, Auroncito, es algo mucho mejor- y sin dejarle tiempo a reaccionar, lanzó una poción, dejandole cegado y aturdido. Seguido de ello, escuchó como otras dos se rompían y finalmente, los pasos apresurados de su vecino alejándose.

Cayó de rodillas al suelo, tomando su cabeza contra sus manos, sintiendo un líquido derramarse por sus dedos, pasando por debajo de su ropa y llegar a su cabeza.

Se arrastró a un árbol cercano, escuchando a la lejanía el sonido de algunas abejas y finalmente, quedó inconsciente.

Se desperto al sentir que de ahogaba con algún líquido en su boca y al abrir sus ojos, se vio en el árbol y aunque mareado, se encontraba mucho más molesto que al principio, ¿Qué diablos...?

Se dirigió casi corriendo a la casa de su atacante, solo para lanzar una piedra a su puerta y gritar.

—¡Luzu!- y entonces lo notó, como la piedra no había caído al suelo, sino que algo le había dejado pegada a la puerta, algun líquido pegajoso.

Curioso, se acercó a la puerta, con la intención de descubrir dicho líquido, notando como su mano, se envolvía de uno muy similar al de la puerta. Asustado retrocedió, observando su mano asustado.

—Parece que funcionó- se burló Luzu desde lo alto de su muralla de ladrillos oscuros —Y funcionó nuy bien- le dio como respuesta una mirada más que enojada —Déjame decirte, Auron, que luces delicioso- río amargamente, provocando que el contrario quisiera subir, recibiendo disparos de la torreta, disparos que quedaban enterrados en su cuerpo, amortiguando el disparo y reduciendo el golpe.

Sin tener mucho que le detuviese, terminó de subir, lanzándose contra el perpetuador de tan cruel venganza.

Una vez en el suelo, notó como el castaño, lamia lentamente su mejilla, provocando un sonrojo en su persona (si es que se notaba) y un empujón del contrario.

—Alejate, asqueroso- pasó su mano sobre donde la lengua de Luzu había estado hasta hace un momento.

—Pero si tu te acercaste primero, al parecer a endulzar mi vida- se acercó juguetonamente, lamiendo sus labios, era más delicioso de lo que esperaba.

Auron, con miedo, retrocedió, hasta topar con la pared del nuevo establo del hombre que le acechaba.

—Auron, quiero probarte hasta la ultima gota-.

¿Slime, miel, lava o una puta naranja?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora