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El día comienza mal.

Y Cirilla, muy dentro de sí, presiente que el resto será aún peor.

Empezó con su despertar; asustada, ella se despertó a eso de las 5 a.m porque a su jodida mente le pareció divertido recordarle que tenía que hacer un trabajo para historia, el cual valía casi la mitad del curso.

Buscando citas por casi todo internet y copiando otras tantas del trabajo de su mejor amigo Dara –a quien despertó de una llamada, totalmente desesperada cuando le dio un colapso mental y ya no sabía que hacer—, la muchacha de catorce años logró terminarlo a duras penas cerca de las 7.00 am; hora a la que usualmente su padre comenzaba a molestarla para que se levantara.

Cirilla, antes de que siquiera Geralt asomara su blanca cabellera por la habitación, corrió apresurada hacia el piso de abajo para poder tomar una ducha para así animarse y poder quitarse el sueño de encima.

Pero, cuando ella dio la llave para el agua caliente, esta nunca salió.

Estuvo cerca de quince minutos intentando prender el calefón hasta que Geralt le gritó desde la cocina que el gas se había acabado y que tendría que decidir si esperaba a que él calentara agua en una olla o sencillamente se bañaba con agua helada.

Ya eran las 7.20 y Ciri sabía que no tenía tiempo; ayer había tenido entrenamiento hasta tarde y, por el cansancio, no había querido bañarse en la noche, así que ir a la escuela sin ducharse no era una opción.

Juntando valor, digno de una leoncilla como ella, Cirilla se mete a bañarse con agua helada.

El chillido que pegó, se llegó a escuchar hasta la misma china.

Cinco minutos después – siendo esta una de las duchas más rápidas que ha tomado en toda su corta vida—, la chiquilla sale tiritando y nota que falta algo en la escena típica del baño; buscando con la mirada, se da cuenta que la toalla se quedó en su pieza.

Suspirando, Cirilla se acaricia la cabeza, sintiendo una suave jaqueca ganar terreno; "¡Papá, tráeme una toalla, por favor!" Grita ella, pero nadie le responde. "¿¡Papá!?" Vuelve a intentar, pero el silencio es su único testigo. Trata de agudizar el oído, por si escucha algo, pero no oye nada.

7.35 am.

Y ella entra las 8.45.

Tapándose como puede con una de las prendas que uso para dormir, y que cubre lo justo y necesario, sale del baño dispuesta a correr hacia su habitación para poder cambiarse.

Sin embargo, no espero que, al intentar subir por las escaleras, se topara de frente con Jaskier.

"¡AAAAAHHH!" Gritan ambos, casi al mismo tiempo, y Cirilla solo atina a empujarlo hacia un lado, casi botándolo del segundo piso para correr a su habitación.

"¡Demonios, Jaskier, avisa si estás en la casa!" Le reprende ella, cerrando con fuerza la puerta de su habitación.

Desde el piso de abajo, Jaskier le responde, "¡Te estaba llevando una maldita toalla!"

"¡Pues avisa! ¡Creí que no había nadie!" Roja de enojo, Cirilla se pone a secarse el cuerpo mientras insulta por lo bajo.

No demora ni diez minutos en vestirse y ordenar sus cosas para el día. Tiene el cabello casi estilando en agua, pero no tiene tiempo para secarlo más que con una refregada rápida de toalla.

"Antes de que te enojes más o digas algo en contra de mi buena persona, te diré que no vi nada." Saluda Jaskier en cuanto la ve entrar por la cocina y ella lo recrimina con sus ojos celestes. "Cirilla, te lo juro por mi vida que solo te vi la pantorrilla cuando me empujaste y corriste a tu pieza. No vi nada más."

La familia De Rivia [The Witcher AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora