Esa misma noche fu. Estabas tan ocupado ahora.
Había hecho un lugar en mi agenda, y por fin pude salir un momento. Una, dos, tres, y el restaurante.
Te ví, y me viste, no había necesidad de preguntar por ti, sino de esperarte.
Mis pies se dirigieron a la mesa más cercana, sintiendo el alivio de sentarse, y esta vez no frente al computador o a dar ordenes.
Que bien se siente tomar un vaso con agua, relajarme era lo que necesitaba.
Y pasaron quince minutos, por fin estabas desocupado.
Te dirigiste a mí sin esperar otra cosa.
— Vino —dijiste con sorpresa.
— Claro, hice un espacio, además... Ya necesitaba unos minutos para mí —dije con una sonrisa para ti.
Tus ojos se miraban ilusionados, aquél tono obscuro lo resaltaba.
— Disculpe por hacerlo esperar, debía atender, pero ya terminé con ello. ¿Quiere tomar algo, o comer algo? —tu voz sonó más aligerada, y sacudiste tu cabello en busca de frescura. También quería tocar tu cabello.
— Está bien una ensalada y jugo.
— ¡Vamos! No se va a llenar con eso. Yo tampoco he comido, así que pediré un estofado y postre para los dos —un acto que me pareció de lo más tierno.
— Está bien, pero yo pagaré.
— No, no, no, ni se le ocurra, mamá dijo que cuando invitara a alguien a comer aquí debía ir por cuenta de la casa, así que... Mamá está feliz de que venga, ella no le cobrará nada.
— Oh , entonces supongo que gracias, pero de igual forma debo de pagar, no pueden quedarse con menos —sólo asentiste en resignación— ¿Su mamá es la dueña?
— Así es, mírela, ella está observandonos desde allá —señaló con la vista hacia la derecha.
La mujer estaba discretamente escondida entre la ventana de la puerta, con una sonrisa en el rostro dirigida a los dos. La risa me atacó de golpe igual que a ti.
Lo más melodioso que pude haber escuchado hasta entonces era tu risa.
Pláticas, pláticas y más pláticas por tu parte. Las risas se hacían presentes. No sabía; prestar atención a tus palabras o a tu belleza. Me decidí por ambas, porque sinceramente, no puedo no escucharte ni no verte. Me parecías tan precioso.
— ¡Por Dios! Son más de las ocho, prometí llegar antes —dije cuando miré el reloj en mi muñeca. Eres eterno.
Ambos reímos por el hecho, y simplemente supe que eras entonces lo que me faltaba, ¿Hace cuánto no salía con alguien a reír? Oh, eras tan bueno.
Mis ojos te miraron por última vez, te recorrí el rostro. Tus ojos, tu nariz, tus blancas mejillas, tus rosados labios. No se que sentí, pero me fue difícil irme.
— Adiós, señor Jeon —
—Dime Jungkook, no hay problema —sonreí por milésima vez en la noche, y me marché hasta el edificio una vez más.
Iba a ser bueno salir más contigo.
Cualquier falta de ortografía siéntete libre de mencionarla, me ayudas bastante con eso.
Última edición: (08.02.2020)
💮Ming
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Bus; kookgi
Romance"estaba maravillado" . . . . ««OBRA TOTALMENTE DE MI AUTORIA. NO ACEPTO COPIAS, ADAPTACIONES O TRADUCCIONES SIN MI PREVIA AUTORIZACIÓN»» ¡Apoya esta historia! (08.02.2020)