Capítulo 3 - Amores apasionados

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El orden de los hechos en el siguiente capítulo no influye en el desarrollo de la historia principal, puede ayudar a comprenderla mejor, pero es tarea del lector ubicarlos y ordenarlos para su comprensión particular. Esa es la idea. 

Lo oyó llegar hace unas horas y lo espero en la cocina, aguardando por escuchar sus pasos feroces en los pasillos, listo para que a sus oídos llegaran sus insultos sin fundamentos, pero no llegó, y supo que algo andaba mal. Camino por los lugares que sabía frecuentaba, finalmente lo encontró en el balcón del ala este, apoyado de espaldas en la balaustrada, concentrado en algo a su costado, regalándole una apreciación completa de su absorbente perfil. Había cambiado el color de su cabello por un gris ceniza que resaltaba el verde de sus ojos furibundos, su piel naturalmente bronceada ocultaba el leve rubor que se pintaba en su nariz por el frió, pero Taemin podía notarlo. Suspiro mirando su boca gruesa y suave, su mandíbula fuerte, había pasado casi una semana desde la última vez. 

—¿Qué demonios miras tanto? —riño Kai luego de que pasaran cinco minutos y la mirada de Taemin no se moviera de su rostro.

—Nada.

Se giró con el ceño fruncido—¿Nada? ¿Tengo cara de imbécil, o qué? —gruño escondiendo la mitad de su cara en la gran bufanda alrededor de su cuello.

—Eres un jodido imbécil, pero no es tu cara lo que me molesta, sino tu silencio— comentó desinteresado, acercándose de a poco—. Volviste de una misión con Ten y no dijiste nada, ni una queja, ni una maldición, nada, y es raro para alguien que se molesta incluso cuando el viento cambia de dirección.

—No es tu problema, no te metas en mis putos asuntos —se alejó del balcón dispuesto a entrar a la mansión.

—Sabes que te hare soltar las palabras de una forma u otra —informo provocando que Kai se detuviera y se volteara en su dirección. Ahora estaba parado en el mismo sitio que antes él había ocupando—. Solo un estúpido complicaría algo que puede ser sencillo.

—¿Me estas llamando estúpido, imbécil? ¿Quieres que te vuele la jodida cabeza? —En un instante estuvo parado frente a Taemin, con las puntas de sus zapatos tocándose, sus respiraciones calientes mezclándose en el frío del exterior.

Taemin sonrió, con las manos en sus bolsillos se balanceo levemente hacia atrás y adelante— Si tú quieres.

—Que te jodan —siseo Kai antes de girar sobre sus talones y alejarse dando pisotones.

Un séquito de aplausos le hicieron alejar la vista del cuepro que poco a poco desaparecía entre los rincones de la mansión. Heachan salió de atrás de uno de los pilares del balcón con una sonrisa burlona adornándole el rostro.—Buen movimiento, se nota que se muere por ti —se mofo. 

—Que te jodan —repito Taemin, solo que su tono fue mucho más amigable. Heachan se acercó hasta estar a su lado— ¿Qué te dijo Ten?

—Mierda —contestó mientras abría una goma de mascar y se la ponía en la boca—. La china tenía un tatuaje.

—¿Y eso que tiene de interesante?

—Nada, por eso dije mierda —se encogió de hombros mientras hacía una bomba con su chicle—. Dijo que era una serpiente con cabeza grande, muchas rayas diagonales y diamantes marrones, y enroscada sobre sí misma, o algo así, ya sabes, me lo explico a la manera de Ten. No puedes esperar que lo entendiera.

—Sí, sí —murmuró concentrado en los nuevos datos recibidos—. ¿Eso es lo que no quería decirme? No parece la gran cosa —dijo para sí mismo, pero de todas formas fue escuchado.

—No es la gran cosa, es una mierda de información. Si me preguntas no me sorprende, su misión fue jodidamente aburrida, solo tuvieron que mover el cuerpo y limpiar el desastre, no hay nada de llamativo en eso.

Boca de AlgodónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora