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Rusia aún recuerda cuando su padre murió y muchas veces se despierta llorando recordando aquel simple pero doloroso recuerdo.
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El soviético y el ruso estaban poniendo la mesa para cenar mientras que el resto de sus hermanos se encontraban ordenando sus habitaciones y otros jugando.

—Rusia, llama a tus hermanos, ya está la cena. -Dijo el de tez rojiza mientras acariciaba la cabeza de su hijo con delicadeza, sentía que sus grietas se abrían con cada movimiento que hacía pero no quería preocupar a sus hijos, suficiente tuvo cuando lo vieron sangrar al perder la guerra... Pero... Ahora estaba muriendo a pasado agigantados. Únicamente quería pasar los últimos momentos que le quedaban con sus hijos, no negaría que fue el padre que debieron tener los niños... Pero trato de hacerlo lo mejor que pudo.
El ruso asintió con una sonrisa antes de correr escaleras arriba y avisarles a sus hermanos.
Todos bajaron rápidamente sentándose a la mesa junto al soviético quien tenía una sonrisa, una de esas que raramente mostraba, estaba de buenas pensaron todos los niños.
—¿Papá hoy podrías contarnos un cuento? -Dijo la pequeña Bielorrusia antes de tomar un poco de jugó que había en su vaso, el soviético lo pensó un poco y asintió con suavidad... Al menos quería que la última noche que tendrían con él fuera agradable.
Se escuchó un par de grititos alegres de parte de los infantes quienes terminaban de comer para luego ir a arreglarse para dormir y escuchar el cuento de su padre.
Mientras estos subían el soviético se quedó en la cocina revisando sus grietas las cuales estaban cubiertas por muchas vendas, las cuales estaban ensangrentadas ya.
Soltó un suspiro y se quitó la ushanka dejándola en la mesa, sería una noche difícil para él...
Se levantó y comenzó a subir las escaleras y camino hasta el cuarto donde estaban todos sus hijos, quienes lo miraban con una pequeña e inocente sonrisa.
Con cuidado se sentó en el suelo junto a ellos quienes estaban en sus sacos de dormir, estaban en una especie de pijamada de seguro, era algo que hacían muchas veces. Miro a sus hijos y comenzó a relatarles la historia de un oso y sus cachorros.

—¿Papá?¿Porque el oso debe morir? -preguntó Estonia mirándolo con los ojos acuosos.
—Es parte de la vida pero el siempre estará cuidandolos desde el cielo.-respondió con una pequeña sonrisa a su hijo para luego pararse y desearles dulces sueños a cada uno de sus pequeños, con cuidado cerró la puerta y se recargo en esta, el dolor de su cuerpo iba empeorando y tenía un sabor metálico en su boca, sangre de seguro pensó.
Con calma y cuidado camino a su habitación para acostarse en su cama y soltar un pequeño llanto, le dolía que debía desaparecer así derrepente más dejando a todos sus hijos siendo niños aún.
—¿Papá? -el ruso se asomó por la puerta y observó a su padre con curiosidad, el soviético se limpio rápidamente las lágrimas y lo miro un momento antes de que el pequeño se acercara y sentará junto a él.
—¿Qué pasa Rusia? -preguntó el soviético mientras acariciaba el cabello de su hijo.
—¿Estarás siempre con nosotros verdad? -preguntó el pequeño euroasiático mientras que pequeñas lágrimas caían por su mejilla, el soviético anteriormente lo hubiera regañado por llorar pero ahora no podía, era un tema sensible todo aquello.
—Siempre estaré con ustedes... Pero si algo me sucede quiero que cuides de tus hermanos y te vuelvas una buena nación... Y... No cometas los mismos errores que yo.-murmuró el pelirrojo acariciando sus hombros mientras le daba pequeñas palmaditas en la espalda al menor.
Este sorbió su nariz y asintió antes de abrazar a su padre y responderle.—Si papá, seré una nación fuerte, como tú, lo prometo.
El soviético sonrió correspondió a su abrazo antes de besar su frente con cariño.—Te quiero Rusia, a ti y a tus hermanos... Recuérdalo siempre... Ahora ve a dormir ¿sí? Ya es tarde.
El ruso con cuidado se bajo de la cama y corrió hasta la puerta agitando su pequeña manita para luego recargarse en esta y desearle buenas noches a su padre y cerrar la puerta con cuidado.
Se quedó en silencio observando la puerta un largo rato antes de que un dolor horrible recorrió todo su cuerpo causándole un quejido que rápidamente fue callado por su mano, no quería despertar a sus hijos.
Se acostó en la cama donde sus grietas poco a poco se abrían más y más hasta que el soviético cerró sus ojos por el dolor y soltó un último suspiro.

El pequeño ruso a la mañana siguiente se levantó a despertar a su padre como lo hacía todos los días, este entró a su habitación y se subió a la cama para mover a su padre... Pero este tenía un hilo de sangre semi seca cayendo por la comisura de su labio, el ruso aún no entendía porque su padre no despertaba por lo que comenzó a llorar de la desesperación.
—Papá... Vamos despierta... Ya no es divertido... papá...-el ruso estaba agitando el cuerpo de su padre fallecido causando que sus hermanos se acercarán a ver qué pasaba encontrándose que aquella triste y dolorosa imagen.
—Papa...
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Pobrecito Rusia :'(

Headcanon's Ruschi (+OneShots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora