Capitulo 1

160 13 3
                                    


Siempre que estamos en aprietos queremos olvidar nuestra existencia, pero tampoco queremos dañar a nuestros seres queridos. En nuestra cabeza se formulan tres opciones.

A) Dar la cara, aceptando aun de las consecuencias.

B) Ignorar o llegar a un acuerdo.

C) Huir.

Claro que para Edd las dos primeras opciones no fueron viables. Por lo que tomo una malta pequeña y salió en una embarcación, hacia el otro lado del mundo. Específicamente a Nuev México. Intuyo que ese sería el último lugar a donde irían en su búsqueda.

En su camarote, más bien donde albergaba al ganado, se encontraba acurrucado en una de las esquinas más oscuras, no tenía que ser visto por nadie de ahí. Por qué no saldría nunca.

Aun que tomaba excepciones. Se escabullía en la hora de la comida para tomar unas sobras sin que nadie se diera cuenta. Y de igual manera, favorablemente en las noches, en la madrugada salía para tomar aire y visualizar por donde se encontraba.

Tres días y cuatro noches cumplió la rutina, hasta que a la mañana escucho decir al capitán.

-¡Tierra a la vista!

Mientras veía como habían llegado a la costa, se escabullo entre la multitud, nadie le prestaba atención, se alegró por ello. Por qué se dio cuenta que sin ropaje de seda y zapatos de cuero y sin la firmeza de la espalda, era un cualquiera y no como el príncipe legítimo de Inglaterra.

En su mente cruzo "' ¿Quién pensaría que el joven Eddward escapo de su fabuloso y envidiado legado?". De lejos ya más a la orilla se giró para ver el barco llamado "Victoria".

-Estoy eternamente agradecido contigo-dijo con la mano derecha en el corazón y ojos cerrados. Después se dirigió a vagar, conociendo la que ahora sería su hogar.

Aun que el joven burócrata no fuera de vagar y dormir a donde tientas, pensó que valía la pena, además de que sería el inicio firme de una nueva vida. En un lugar donde nadie lo conocía.

Mientras se adentraba a las angostas calles, se dio cuenta de que la menor parte de la población era de la misma tez que Edd, por lo que pasar desapercibido seria más fácil. La mayoría eran de tez tostada. En su caminata, diviso varios puestos de comida donde salía un olor exquisito que le hizo crujir el estómago. Se adentró a un café-Bar donde había poca gente y se veía de su estilo. Reviso sus bolsillos, pero solo tenía un pedazo de tela sedoso con sus iniciales "EM" taladas en dorado, lo tomo en su mano y se adentró al local, donde lo recibió una chica de unos 23 años con un uniforme ligero y a la vista cómodo, era un vestido café con mangas a los codos de color café. Delantal negro con detalles blancos, sin calcetas y unos zapatos de los más normales negros, su cabello azabache era recogido por solo la mitad en un chongo y lo demás era suelto, portaba una cofia blanca, sus risos caían elegantemente sobre sus hombros, dándole más tonalidad y visualidad a sus pechos vestidos por el vestido.

-¿Mesa para uno?-pregunto la chica dirigiéndole la mirada y señalando a una mesa disponible. No dejo que Edd contestara cuando ya era llevado al mesa la fondo del lugar donde se veía el mar y el muelle.- ¿Que desea pedir?- pregunto con libreta en mano cuando Edd se sentó.

Iba a contestar cuando un hombre a dos mesas de ahí la llamo. Se disculpó la chica y fue con el hombre, hasta que les vio irse dejando propina en una bandeja y sonriendo. Después de unos segundos regreso- perdone usted, pero como ve, el lugar se está llenando y hay poco personal.- Edd echo un vistazo y pudo visualizar a otra chica con anteojos, mismo uniforme, mismo peinado, salvo que este estaba más largo y era un poco más baja que la que estaba en enfrente y su tez era un poco más oscura.

CarnavalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora