CAPÍTULO II

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A veces la fe ciega de los humanos me aterra cariño. Confían plenamente unos en otros, convencidos de que si están a su vista pueden ver todos sus movimientos, pero olvidan que si están demasiado cerca, el puñal es clavado en su espalda.

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- Valentina, él es Corny, Corny ella es Valentina -dijo la mujer, presentando a ambos niños, quienes se vieron curiosos, examinándose mutuamente.

La niña vió a aquel niño castaño, con rasgos asiáticos, traía puesto una sucia y desgastada túnica blanca, su rostro estaba manchado por tierra y su cabello estaba desordenado. Pero con la inocencia de toda niña de 6 años, solo le sonrió dulcemente.

Mientras, el niño examinaba a la niña delante suyo, tenía dos colitas y un vestido morado elegante, pulcra y con aquella encantadora sonrisa que le recordaba a la sonrisa que su hermana solía darle.

Corny no tenía expresión alguna en su rostro, no estaba interesado en llevarse bien con la chica, solo quería que todo ese infierno terminara.

- Mami ¿Él es el nuevo amigo que te pedí? -preguntó Valentina, mirando a su madre de manera emocionada, recibiendo una sonrisa por parte de esta.

Pero solo Corny pudo notar que aquella sonrisa no era amable y comprensiva, era más bien una burlona y cínica.

- Algo parecido, a partir de ahora, Corny será tu mano derecha, la única persona en la que puedas confiar, la persona con la que enfrentarás al mundo a partir de hoy día.

Valentina rió dulcemente, agradeciendo inocentemente a su madre. Porque ella no sabía lo que la mujer quería decir realmente, no sabía los maquiavélicos planes que su madre tenía preparados para ambos.

- Ahora vamos a jugar -dijo la mujer, cogiendo bruscamente a ambos de la mano.

Valentina sentía dolor por la fuerza ejercida, pero preferiría quedarse callada, mientras que Corny no tenía interés en reclamar, pues sabía que de hacerlo le iría peor.

- Preparen el cuarto de prueba #1 -dijo la mujer a través de un micrófono.

Caminaron por un largo y silencioso pasillo, donde cada puerta tenía un número escrito en rojo. Paso a paso los nervios y el miedo invadían el cuerpo de los niños,quienes luchaban por no demostrarlo ante la impotente mujer.

Cuando llegaron a una puerta con el número 1, se detuvieron y la madre se agachó a la altura de ambos.

- Ahí dentro hay un juego muy divertido, tienen que pasarlo. Yo les esperaré al otro lado, si lo pasan, les llevaré a otro juego aún más divertido.

Sin darles opción de decir más, la mujer abrió la puerta y los empujó dentro.

La habitación era oscura, tétrica y siniestra. Tenía un camino que dirigía a la salida, todo era iluminado por unas antorchas que calentaban ligeramente el cuarto, sin embargo seguía siendo muy siniestro.

Corny no dijo nada, no quería conversar con Valentina, solo quería salir de ahí. Así que caminó por el camino, pero a mitad de este salieron unas metralletas, las cuales comenzaron a disparar.

- ¡Corny! -gritó Valentina y se acercó al niño, quien se retorcía de dolor en el suelo.

Cinco balas se habían incrustado en sus brazos, penetrando profundamente y dañándolo, un charco de sangre se formaba debajo de él, y sus gritos de dolor llenaban la habitación. Su piel era desgarrada, aquellas balas habían profundizado en sus músculos, el metal duro ardía contra su piel, la sangre corría y corría, gota por gota se derramaba estrepitosamente.

La Rebelión ZodiacalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora