Me gusta el té.
Me encanta.
Pero últimamente también saboreo el café con leche, desde lejos, eso seguro.
Me rehuso a esa bebida en cuanto me la ofrecen. Me parece rara, letal.
No me quejo si lo único que hay es solo eso. Es más, hasta comería los granos de café con tal de sobrevivir.
Pero prefiero el té.
Pero me gusta el café con leche.