Me levanto.
Me visto.
Me miro al espejo.
Me saco lo que me puse y lo doblo.
Me siento en la cama y miro mi escritorio lleno de papeles desordenados, las estanterías estan llenas de libros con polvo, las sabanas estan sucias, el calzado esta por todo el suelo y mi cabeza se supone que está unida a mi cuerpo.
Mi cuerpo flota, como si estuviera prendido fuego por la libertad.
Y mi habitación se esfuma, solo estoy yo y mi corazón es el único que está vestido. Vestido con las telas más suaves y oscuras que pude encontrar.
Me siento en la cama de nuevo, la habitación sigue desordenada y el pelo se me empieza a caer, como lo hace mi cuerpo ahora mismo. Como si el fuego se convirtiera, no en cenizas, sino en el espejo roto en el que me ví la primera vez.