—Muy bien... Una ultima foto y listo. -El fotógrafo de la casa real juntó nuevamente a el equipo médico.
Ingrid se colocó junto a los médicos nuevamente y sonrió.
—Christian... -Su madre le habló por lo bajo.
—Su alteza, por favor, podría...
Christian alzó la mano dando a entender que había comprendido y se colocó junto a la joven castaña.
Aquél había sido su último día como maestra de aquellos increíbles doctores que, a su vez también le habían enseñado en sus seis días de clase, su última clase hasta el verano. Habían aprendido juntos y estaba segura de que todo lo que ellos le habían enseñado se quedaría en ella para siempre.
Habían sido días abrumadores pero que a su vez habían pasado extrañamente rápido; por las mañanas trabajaba con los bioquímicos y farmacéuticos y por las tardes y parte de las noches los doctores familiares y los oncologos se unían a ellos para enseñarles como era que funcionaba.
Finalmente había entendido que adoraba enseñar.
—Pará nosotros ha sido un placer haber recibido clases de tu parte -Una de las doctoras hablo–. Ha sido un privilegio poderte conocer y poder haber aprendido de ti, de tu increíble potencial y percatarnos que, efectivamente, eres tan inteligente como todos creíamos. Sabemos que salvaremos muchas vidas y si lo hacemos, siempre ten en cuenta que será gracias a ti. Hasta el verano.
Ingrid sonrió reteniendo las lágrimas y se acercó a abrazarlos, uno por uno.
Mary y Frederick la observaron sonrientes desde una esquina del laboratorio, ambos habían decidido ir aquel día con su hijo mayor porque aquella joven merecía una despedida digna de alguien que iba a salvar muchas vidas en el mundo entero.
Christian la miró sonriendo; aquella joven castaña era tan espontánea, carismática, amable, agradable educada, culta e inteligente que le parecía tan irreal, suspiró en silencio, no sabía cómo había pasado, había quedado enganchado a ella desde el primer día que impartió su clase a los doctores. Había pensado que eran sentimientos efímeros, sin embargo, todos los días aquella emoción y las mariposas en su estómago estaban ahí.
Estaba hecho, ella le gustaba.
Tal y como Isabella había dicho que pasaría y él sabia que no había nada que hacer.
Oh Dios, en que se había metido.
Era grave y él lo sabía, en especial por la intensidad de sus sentimientos, simplemente, cuando Ingrid entraba en la sala todo lo demás quedaba eclipsado, solo era ella, ella en todo su esplendor. Quien lo hubiera dicho, el príncipe heredero más codiciado de Europa había quedado hipnotizado por una joven latina en menos de cinco días... Vaya nota la que los periódicos pondrían.
Sorprendente había sido que sus padres no hubieran encendido sus alertas en cuanto el insisto en ir todos los días y quedarse hasta la noche con ella en aquel centro de investigación que nada tenía que ver con él.Lo iban a matar en cuanto lo supieran.
—Hey! -Ingrid llamó su atención por lo bajo– ¿Estas bien? -Tomó su muñeca y la apretó un poco comprobando su pulso acelerado– Vamos, siéntate
—Está todo bien -él murmuró rápidamente–. Solo, no he dormido bien estos días, han sido abrumadores.
—Oh descuida -ella rió ofreciéndole una botella de agua–, mañana me iré y pronto podrás seguir con tus actividades reales sin tener que preocuparte por mi.
—Ellos te van a extrañar -Christian señaló con la cabeza a los doctores a unos metros de ellos–. Te han tomado aprecio.
—Oh si... Y Yo a ellos, también los echaré de menos -admitió–. También a tu hermana, llegue sin espectativas y salí asombrada.
—Mi reino es hermoso, no podias esperar menos de nosotros. -Bromeo él.
—Oh pero claro, olvidaba que eras el rey de la bondad. -Ingrid viró los ojos.
—Heredero por favor. -Corrigió Christian riendo.
Ella viró los ojos sonriendo.
La reina de Dinamarca sonrió buscando con la mirada a su primogénito, sus ojos se abrieron levemente ante la sorpresa de verlo junto a la joven sonriendo, su esposo hizo lo mismo y seguidamente la miro cuestionandola, pero ella negó dando a entender que no lo sabia y que tenían que restarle importancia.
—Mhm... Gracias -murmuró ella tímidamente– Fuiste de gran ayuda.
—Solo fue una semana. -Él le resto importancia.
—De cualquier forma, creo que no esperaba nada porque yo no esperaba nada bueno de mi este viaje -admitió–. Y ahora tengo que emprender otros dos.
Por un momento él quizo saber de qué hablaba, sin embargo guardo silencio y la miró esperando a que siguiera hablando.
—También te voy a extrañar -Admitió él–. Cuando estaba aquí, los deberes reales no parecían tan reales.
Ingrid rio levemente.
—Supongo que en algún momento nos volveremos a ver. -Ella le dedico una sonrisa– Andando, vamos a disfrutar el tiempo que nos queda con ellos.
Christian sonrió y se levantó de su asiento para seguirla.
Definitivamente ella era maravillosa.
▫️▪️▫️
—Para nosotros fue un total placer haberte recibido -Mary se acercó a la joven–. Un placer haber aprendido de ti, haberte conocido y estamos sumamente honrados por que te hayas dado el tiempo de instruirnos.
—Dinamarca salvará vidas y será gracias a ti.
Ingrid hizo un leve ademán con la cabeza reteniendo las lágrimas ante lo que el rey había dicho y sonrió.
Era el momento de partir.
Hizo una leve reverencia y seguidamente comenzó a alejarse hasta los jóvenes príncipes que la esperaban en la entrada del tren.
—Estoy segura de que nos volveremos a ver -Isabella comentó sonriendo–. Gracias por enseñarnos tanto, por permitirnos conocerte.
—Que tengas un buen viaje -Christian murmuró con una leve y triste sonrisa–. Sigue salvando vidas, sigue salvando el mundo. Adiós Yvaine.
—Adiós Henri.
Ingrid sonrió tristemente y después abordó el automóvil que la llevaría a la estación de tren, Holanda esperaba por ella.
Sonrió al ver a los jóvenes príncipes aún ahí y sin pensar colocó su mano en la ventana sin esperar que alguien la colocará del otro lado del vidrio, estaba despidiéndose de todo, sin embargo, grande fue su sorpresa al ver al joven ojiazul acercarse y colocar su mano del otro lado, mientras le dedicaba la más bella sonrisa que en su vida ella había visto.
Isabella observo con sorpresa la acción de su hermano mayor mientras sonreía al igual que los mellizos, pero no al igual que sus padres quienes habían apretado la mandíbula y fruncido el ceño.
Hasta que automóvil finalmente partió.
Dejando a un Christian conmocionado y con un corazón rompiéndose en pedazos.
“Todo lo que hasta en ese entonces había negado, se hizo realidad”
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A Nobel Princess [Prince Christian Of Denmark]
Acak"Con la ayuda de Dios, La fuerza de mi pueblo Y el amor de Dinamarca"