Lo Prohibido

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La conocí por casualidad en aquel parque, su mirada plasmaba una inocencia tan pura que no me permite verla por mucho tiempo a los ojos, es de esa cálida belleza que difícilmente encuentras dos veces en la vida, su pureza evitaba que me acercara, un hombre que se ha dejado corromper por sus bajos instintos. 

Era un sacrilegio el simple hecho de querer hablarle. No suelo ser alguien convencional.

Muchas veces escuche que son las calladas, las más depravadas. 

Quise usar esa lógica para poder contaminar de mi indecencia el aura tan dulce que emanaba aquella chica de curvas discretas.

Nuestras miradas se cruzaron por apenas unos segundos, pero eso bastó para atraer su atención. Ella fácilmente tendrá 20 años como mucho, yo ya pase de los 30, ¿habrá algo mal con eso?. Como diría la canción, "no importa lo que diga la gente"

Sus pechos se ven firmes, no muy grandes pero en su esbelta figura resaltan bien, las caderas tienen una excelente forma de pera, simétricos a cada paso, los esbeltos muslos entrecruzan el caminar como la danza de una ave, fina en sus movimientos. Pero nada de eso me cautivó, fue su rostro, uno muy particular. 

La simplicidad fue un martirio para el deseo que invade mi virilidad, eso me llevó a buscar en los placeres de la piel aquello que jamás encontré.

Todas las mujeres a lo largo de mi vida carecían de algo en particular, una mirada inocente que al verme a los ojos se pueda ruborizar tiernamente. Una sonrisa que me tenga clavado todo el tiempo para poder dedicar mi vida a mantenerla intacta.

Su caminar la llevó directo ante mí, no supe qué decir, perplejo en mi lugar me sentía un canario acorralado por una mano dentro de la jaula. 

¿Habrá visto en mi mirada la lujuria?

-Hola... me ayudas... con una encuesta... -

Quedé atónito a la primera palabra, esa voz era un encanto, una delicia para mis oídos. Podía sentir en el aire una melodía única junto a su voz. Tal vez era mi basta imaginación.

Sus mejillas se rojas, le dieron un aspecto risueño, se nota que no suele hablar con extraños, sus ojos se tornaron cristalinos, casi parecía que iba a llorar al no ver una muestra de atención por parte mía. 

Mi cara no ayuda, los rasgos duros que tengo en el rostro ya eran naturales, me daba un aspecto serio, muy formal. 

Maldigo esa primera impresión.

-Claro amiga, dime, tengo tiempo libre-

Mi voz suele ser gruesa, algo cantarina, similar a los antiguos locutores de radio en los 70's, cualquiera dice que es única y siempre me funciona con las mujeres, notas graves y marcadas pausas al hablar, acompañadas de un vocabulario impecable. 

Ella parecía encantada, apenas movía sus labios para hablar, los colores le llegaron al rostro mientras quería ocultar su notable vergüenza. Si existe un dios debo darle gracias en persona por tan hermoso milagro ante mis ojos.

Después de unos minutos respondiendo su encuesta, pasamos algún rato platicando. Los suaves gestos al hablar que ella hacía estaban ganando terreno en mi mente. No la veía con perversión por mucho que quisiera.

La plática se prolongó sin darnos cuenta, no mostré interés sexual como lo hubiese intentado con otra mujer.

-Me llaman mis amigos, debo volver al trabajo- me contestó sorpresivamente

-Adelante, soy Joel por cierto, toma esta es una tarjeta del despacho donde trabajo, Joel Santana, para servirte...-

- Dany, mis amigos me dicen Dany...- me interrumpió dulcemente

- ¿Gustas un café el sábado? Podría invitarte a un lugar sencillo pero muy bonito cerca...-

-¡Claro! Toma este es mi número - me dio un papelito con su teléfono anotado y su nombre – no suelo darlo pero me agradas, sabes muchas cosas y eres muy propio... sé que eso no me garantiza nada pero...-

-Tranquila- dije muy sereno- solo quiero seguir conociendo un poco más, sin que te sientas presionada, un café, quiero que esta plática no termine aquí-

Seguidas de aquellas palabras, sonrió, parecía que una lágrima de felicidad se asomaba en sus ojos.

Nos despedimos, lo único ahora era esperar al sábado.

No soy digno de sus placeres, mis manos están llenas de depravación. Desde ese día no pude dormir, llegaba a mis sueños, entre las notas de su dulce voz que rondaban mi cabeza, sentí como la sangre se ponía erecta, con cada palpitar de mi corazón, mis músculos tensos pedían el calor que no conocían.

Mi imaginación se dejó llevar cada noche, al cerrar los ojos llega la sensación de sus labios sobre mi pecho besando, mordiendo firmemente la piel de mi abdomen, su boca, su respiración en mi miembro mientras lo engullía hasta el fondo.

Las pequeñas y suaves manos se aferraban con fuerza a mis muslos encajando las uñas sin tregua, yo gemía de placer al sentir sus dientes a lo largo y ancho. La intención de morderlo, deslizando entre los dientes mientras su mirada juguetona estaba fija en mí.

Quería venirme en su boca, ella sin hablar me estaba dando permiso, no, me estaba exigiendo que lo hiciera.

Con la cara ruborizada mancha de semen y sudor acercó sus labios a los míos para besarme con gran pasión. El éxtasis era tal que despertaba al instante. 

Esos sueños crueles que dejaban volar la imaginación solo aumentaron mi ansiedad. No quería corromper la inocencia que conocí.

El tiempo transcurre tan lento cuando estás ansioso.

Al llegar el sábado esperaba paciente su presencia. 

-Disculpa la demora había mucho trabajo...-

-Descuida no tengo prisa-

Aquella tarde descubrí algo más que la lujuria.

Cuentos breves de la soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora