Amau

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Lánguido yace sobre la hierba otoñal,

alardeando presuntuoso.

Su cola se enrosca elegante.

Ojos de miel bañados en oro,

da un respingo y una vuelta,

y, su mente se va directa hacia la rama.


Misterios en sus pupilas me detienen,

mas de lejos lo admiro.

Pequeña bestia amorosa,

que bajo su motor me observa con desdén.


Se arrastra alargando sus patas,

taconeando imágenes invisibles.

Se acerca fanfarrón, con la mirada fija,

estudiando cada movimiento.


Esquivo su belleza, ansioso y temeroso.

Amau es pretencioso y cautivador.

Su vello lechoso y su abrazo de ébano,

se ondea entre mis piernas vanidoso.

Me envuelve bajo su manto majestuoso.


Trata de capturar mi agobio.

Su suavidad despeja mi alma,

y su garra aprieta con ganas sobre mi mano,

pero no me hace menoscabo.

Espanta esos demonios humanos.

Bajas las orejas, humildad impensada.

Con un maullido profundo y melodioso,

te apegas melancólico y emotivo.

Mi piel terrenal se enternece ante la tuya cósmica.

Nuestras pupilas se encuentran,

y tú sabes mi necesidad.

El cobijo ineludible me sujeta sin cesar.

No puedo mentirte, felino.

Esotérico y reverencial.

Te debo a los fenicios,

sagrado y perseguido,


Por penitentes y sotanas ensuciadas,

pero tu fuerza abismal se perpetuó sin más.

Te sostengo y beso tu frente de tisú.

La calma me embriaga,

y tú no me sueltas jamás.

𝐏𝐨𝐞𝐦𝐚𝐬 𝐲 𝐜𝐨𝐧𝐝𝐞𝐧𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐥𝐦𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora