Capítulo 1: "Piensa bien, es tu decisión"

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ANDI

—¡Andi! –gritó mi abuela Bailee por detrás de la puerta de mi habitación–. ¡Andi!. –volvió a gritar, pero ahora golpeando la puerta.

Aún no lograba abrir los ojos por completo; anoche había soñado con el tal "Patrick" del equipo de fútbol, hasta que ése dulce sueño fue interrumpido por mi abuela.

—Pasa, abuela –dije con extremo cansancio a la vez que bostezaba.

—Andi, cariño. Ethan está abajo –me avisó al entrar.

Ethan es mi ex-novio, pero sigue siendo mi mejor amigo.

Nuestra historia nunca fue complicada ni dramática; somos amigos y vecinos desde la infancia, él me apoyó y estuvo conmigo desde la partida de mis padres.

No. Mis padres no están muertos. Están fuera de la ciudad.

Desde pequeños conocemos nuestras experiencias, personalidades, gustos e incluso sabe quiénes son mis padres antes de abandonarme. Yo conozco a sus padres: Spencer y Charlotte Mendes, sin olvidar que también conozco a sus hermanastros pequeños: Oliver y Paul.

Sus padres se divorciaron cuándo Ethan cumplió los catorce años, claro que lo acompañé cada vez que se deprimía por eso, pero con el paso del tiempo logró superarlo.

Ahora su mamá está esperando un hijo con otro señor, y eso a Ethan lo tiene nervioso.

Nuestra relación comenzó cuando tenía quince años, él en ése entonces ya tenía los diecisiete. Para mí era aterrador, ya que para entonces era mi primer amor, mi primer novio y mi primera relación formal.

Estuvimos juntos dos años y dos meses hasta que ambos decidimos terminar.

El motivo de nuestro rompimiento no fue  por aventuras, engaños ni nada parecido, si no que quisimos darnos un tiempo para conocernos nosotros mismos y en qué hemos cambiado.

Siempre fue Andi + Ethan.

Ahora sólo debía ser Andi.

—¿En serio? ¿qué hace aquí tan temprano? –pregunté, abriendo lentamente un poco más mis ojos.

—Dice que quiere hablar contigo. Me parece que tiene algo que ver con la Universidad.

Ethan es 2 años mayor que yo, por lo que él debe iniciar la Universidad.

Si decide ir a la Universidad de Columbia en Nueva York, no tendría porque extrañarlo muy seguido ya que mis padres viven allá y viajo regularmente.

Lo que si echaría de menos, sería el no verlo sentado en los escalones de la entrada de mi casa, cada vez que llego del Instituto.

—Dile que enseguida bajo.

Mi abuela asintió y salió de mi habitación. Eran las seis de la mañana y ya empezaba a salir el sol, las clases empezarían hasta las nueve, lo que me daría tiempo a salir un rato.

Me levanté y fui a darme una ducha. Sólo tardé cinco minutos y fui a mi armario a escoger unos jeans negros y una camisa anaranjada con escote en V.
Cepillé un poco mi cabello color miel y bajé a la sala.

Al llegar no vi a Ethan, hasta que fuí a la cocina y ahí estaba platicando con mi abuela quién le había servido su especialidad: un licuado de fresas con chocolate.

—¡Hey! –lo saludé.

—Ya era hora rubia –se acercó y me abrazó, mostrándome su radiante sonrisa.

Ethan era atractivo, no lo negaba. Su cabello era negro, aunque en ocasiones se le tornaba rojizo. Sus ojos son completamente azules, y tiene un excelente físico.

Algunas personas decían que parecíamos pareja de cine por cómo lucíamos juntos.

—Yo saldré a comprar mandado y después iré a mi cita con el doctor, Andi –dijo mientras se colgaba su bolso y tomaba las llaves de su auto–. Regresaré un poco después de las seis de la tarde. Ethan –lo llama–. ¿Crees que puedas llevarla al instituto, a las ocho y media tal vez?

—Claro, Bae. Con gusto la acompaño –aceptó conservando sonrisa.

—Muchas gracias, Ethan. Cuidense mucho, los quiero. No lleguen tarde.

Mi abuela salió por la puerta y me despedí de ella con la mano.

—Vamos, te llevo a desayunar –dijo Ethan, tendiéndome la mano.

Por reflejo la tomé y salimos de mi casa yendo a su camioneta color arena.

Una vez dentro, empezábamos a conversar sobre la comida y de qué teníamos antojo.

El trayecto fue largo, y como siempre, cuándo se acababa la conversación, Ethan ponía el disco que ambos hicimos cuándo estábamos juntos; eran canciones que nos hacían recordar los momentos felices que pasábamos.

Los veinte minutos que hicimos en llegar a la ciudad, fueron suficientes para que el sol saliera por completo.

—En ésa plaza de ahí hay buenos lugares para comer, ¿te gustaría ir? –señaló una plaza rodeada de palmeras.

—Sí, porqué no.

Diez minutos después de haber aparcado, nos encontrábamos en una cafetería al centro de la plaza.

—Se ve que te gustaron los waffles –dijo ampliando más su sonrisa.

Dejé mi waffle a medio comer para contestarle.

—Ya bueno, desperté con hambre.

Ethan rió y enseguida se puso serio. Sabía que tenía algo que decirme, y no iba a ser capaz de hacerlo, así que lo haría yo.

Aparté mi plato y con él mi waffle para poder conversar bien con él.

—Dime Ethan, ¿qué sucede?

Arqueó las cejas al principio, pero en cuestión de segundos comprendió a lo que me refería.

—Iré a Columbia –respondió sin mucho entusiasmo.

—Ethan...¡es grandioso! –al notar su falta de exaltación. Me puse seria–. ¿Por qué no te emociona?

—Andi... –comenzó tomando mi mano–. Aún no estoy listo para dejarte. Estuve pensando y creo que debería ir al menos en unos meses más. No quiero dejarte sola. Incluso podría estudiar en la Universidad de aquí.

Su expresión era sincera. Él detestaba dejar a las personas solas ya que había vivido una experiencia similar cuándo su madre dejó a su padre.

Pero sabía que el sueño de Ethan era ir a Columbia a estudiar ingeniería ambiental. Él era un fanático de la naturaleza.

—Ethan –tome su otra mano—. Te quiero muchísimo. ¿Y sabes algo? No creo que estar separados significa que todo cambiará. Somos los dos contra el mundo entero, E. ¿De acuerdo? Irás cuándo creas que es tiempo de ir. Porque nadie es más afortunado que tú. Y me opongo a que vengas a la Universidad de San Diego, así que ya sabes mi amigo.

Me observó unos segundos, y en sus ojos ya se asomaba ése brillo que salía cada vez que me decía algo lindo.

—Te amo. No sé que haría sin ti.

No supe que decir, y sólo dejé que me diera un pequeño beso en mi mano antes de ir al Instituto.

Andi & PatrickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora