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—¡Uno!

—¡No es justo!

Los cinco chicos ríen, todos sentados en el piso sobre los cojines suaves y rosas de Yeonjun.

Es uno de esos días donde deciden escapar de sus obligacionescotidianas y simplemente ser ellos mismos con sus mejores amigos, haciendo cualquier cosa que se les ocurra con el único propósito de estar juntos, por lo que se reunieron en el  cómodo departamento del mayor de todos —porque es el más grande—, con varios juegos de mesa, cajas de jugo y bolsas de snacks.

Y todos estaban bebiendo jugo de uva a excepción de Yeonjun, que fielmente bebía su cajita de leche de banana y mordisqueaba de vez en cuando las galletas de estrella que Kai le había obsequiado.

Ya van a ser casi las diez de la noche, todos están cansados y se nota a simple vista, sobre todo cuando Taehyun bosteza audiblemente y recuesta su cabeza sobre el hombro de Kai, cerrando los ojos por varios minutos. Y es ahí cuando Soobin se levanta lentamente y mira a Yeonjun con una sonrisita.

—Supongo que es hora de irnos.

Los tres chicos se despiden de Yeonjun con abrazos, aunque Taehyun sólo se mantiene fregando sus ojitos con las manos hechas puño. Beomgyu, sin embargo, los observa despedirse sin hacer amago de retirarse.

—¿Beommie? —pregunta el mayor una vez que sus amigos cerraron la puerta con suavidad y se retiraron.

A pesar que la única luz que hay en la sala es la que proviene de la pequeña lámpara de mesa, Yeonjun ve a su dongsaeng sonrojarse.

—Hyung... Tengo algo para ti.

Yeonjun levanta una ceja en modo de pregunta silenciosa, su cabello azul despeinado y la cajita de leche aún en sus manos.

—¿En serio?

Beomgyu traga saliva.

—La única condición es que me dejes colocarlo yo.

Yeonjun sólo parpadea confundido, pero asintiendo lentamente.

De todas formas, le confiaría su vida a Beomgyu sin detenerse a pensarlo un segundo.

El menor se levanta del suelo, caminando hasta su mochila que cuelga del perchero de la entrada y sacando una bolsa de aspecto costoso antes de tomar con suavidad la muñeca de su hyung.

—¿Vamos a tu cuarto? —le susurra.

El tenue bombillo amarillo de la lámpara parpadea dos veces antes de apagarse y dejarlos sumidos en una espesa oscuridad. Sólo la luz de la luna ilumina de plateado el apartamento, colándose por las cortinas translúcidas, y el sonido de la lluvia que antes no había notado se intensifica bastante.

—Parece que hay tormenta. —ríe Beomgyu, sin soltar su agarre.

Las cornetitas inalámbricas de Yeonjun aún continúan sonando suavemente desde la esquina, reproduciendo su lista de reproducción favorita, llenando el departamento de la voz de V con winter bear.

Finalmente, Beomgyu camina hasta la habitación al final del pasillo, arrastrando a su hyung detrás suyo, y ahí todo está mucho más oscuro, a excepción de las velas con olor a vainilla en su mesita aún encendidas y chisporroteando.

Yeonjun se sienta sobre su cama tendida, observando curioso los movimientos de Beomgyu en la oscuridad, que parece estar sacando cosas de la bolsita.

—¿Podrías quitarte la camisa?

El mayor se atraganta en su pregunta.

—¿P-para qué?

—Es parte de mi condición. —susurra, levantando una botellita en su mano, y Yeonjun no logra descifrar el contenido.

Aún así, obedece, deshaciéndose de la ligera camisa blanca que llevaba puesta, y temblando un poco más de nervios que de frío.

Beomgyu se acerca a él hasta sentarse en la cama, abriendo la botella y colocando un poco de crema en sus manos.

El olor dulzón de inmediato llega a la nariz de Yeonjun y sonríe.

—¿Algodón de azúcar?

Beomgyu murmura un asentimiento y sin aviso coloca sus manos frías sobre la espalda del mayor, haciéndolo sisear.

—Lo siento. —ríe, sin sentirlo de verdad.

Suavemente da masajes circulares con la loción sobre la piel tersa de su hyung, sus dedos amando la sensación de su calor corporal contrastando con la sustancia fría.

Yeonjun suspira, adorando las caricias e inconscientemente pegando más su espalda hacia Beomgyu.

—¿Esto está bien? —murmura.

—Sí...

Beomgyu vierte un poco más de loción y continúa bajando en movimientos circulares por su espalda, apretando juguetonamente los casi imperceptibles rollitos que se formaban en sus caderas al estar sentado. Yeonjun ríe aunque intenta parecer enojado, pero se le pasa de inmediato cuando los labios humectados del menor se posan en su hombro derecho y dejan un besito.

Se queda paralizado unos segundos, sintiendo los brazos rodear su cintura para atraerlo en un suave abrazo.

—Hueles bien. —susurra el chico de cabello rubio sobre el hombro ajeno.

Beomgyu entierra más su cara en el espacio entre el cuello y el hombro de Yeonjun, suspirando y logrando un estremecimiento de parte del mayor.

—En serio podría comerte. —ríe suave, mordiendo muy superficialmente la piel y tensándose al escuchar el gemido quedo de Yeonjun.

—L-lo siento. —se disculpa avergonzado el mayor, pero ninguno se mueve.

Beomgyu no dice nada, sólo continúa dejando pequeñas caricias con sus labios hasta que siente como el peso sobre su pecho incrementa y nota que el mayor se durmió.

Sonríe con ternura, delicadamente acostándolos a ambos en una posición que no terminara causándoles dolor de cuello al día siguiente.

Apretuja con suavidad a Yeonjun desde su puesto de cuchara grande, sonriendo aún contra la piel de su nuca.

—Te amo, Yeonnie...

Cutie Yeonnie Pie 🍓 ꒰ beomjun ꒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora