🍑Daddy, three~🍑

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Ella se acomodaba el cabello, removiéndose en su lugar, callada, notablemente tensa. Esperaba a que se hombre apareciera y le diera el placer de obtener más de su asqueroso dinero. Lo sabía, lo presentía.

La puerta fue abierta finalmente por aquel hombre esbelto que al observarla sonrió inconscientemente.

—Te lo dije, bebé —se adelantó a hablar, burlón —te dije que volverías.

...

—Entonces... —susurró —... ¿Avaricia? Pensé que tenías la vida resuelta, después de todo vives con las diamantes —ella rodó los ojos y continuó moviendo sus manos con fuerza y cuidado.

—Sí, pero creo que nunca vi la posibilidad de ganar dinero por sexo —lo pensó —quiero decir, lo vi como algo ajeno, que solo las prostitutas o personas que no tienen futuro hacen.

—Bueno, lo tuyo es ser prostituta con clase —bromeó y movió su cuello para permitirle más tacto.

—Eres muy gracioso, Daddy —en parte era ironía y en otra parte lo decía para que él creyera que lo halagaba y así ganaba más dinero.

—Lo sé, bebé —acarició los dedos de la dama. —Por algo estamos juntos —el corazón ajeno dio un vuelco, ¿juntos? ¿A qué se refería con eso? ¿Eran pareja? —bebé, ¿estás bien? Dejaste de hacerme masajes —ella dio un brinco y continuó. —Sabes a qué me refiero, bebé, algo casual pero a escondidas. No te olvides tu lugar.

—Claro, Daddy —cerró los ojos. Sus esperanzas de algo serio y duradero y dinero a montones se fue al carajo. —Solo estoy aquí para complacerte —él asintió.

—Correcto, bebé —se zafó del agarre y se levantó de la silla. Sacó de su bolsillo varios dólares y se lo extendió a la muchacha —¿quieres ir a cenar? —ella asintió, gustosa.

...

—¡Qué caro! —exclamó, observando las copa de vidrio transparente pero con un diseño dorado.

—Todo perfecto para mi bebé —ella meneó su cabeza repetidas veces.

—¿Tendremos que tener sexo hoy? —él levantó una ceja.

—¿Crees que todo lo hago por sexo? ¡Claro que no! Estoy trabajando casi a diario, bebé, no puedo darme el lujo de ser un conejo todas las noches —ella se sonrojó. —Lo siento, bebé, deberé dejarte con las ganas. Al menos agradece que te doy detalles como invitarte a cenar —Spinel rió.

—Gracias, Daddyel mesero llegó.

—Buenas noches, ¿qué les puedo servir? —esa pareja dirigió su mirada al menor.

—Pollo Ayam Cemani —pidió el hombre sonriendo, cediéndole la carta. Ella los miró por un segundo y luego le entregó la carta al mesero.

—La Zillion Dollar Frittata —el mesero cruzó miradas con el hombre y asintieron. Sin más él se retiró.

—Lo mejor de lo mejor —vaciló el mayor.

—Tenía que aprovechar —él soltó una risa.

—Maldita zorra, tienes que aprovecharte de mí —sus palabras no cuadraban con su sonrisa ni el tono utilizado. Ella lo interpretó como ironía y se removió en su lugar, incómoda.

The Sugar Daddy's Toy | StevnelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora