—Vamos, cielo —habló la esbelta agarrando la mano de la pequeña. Caminaban por las calles de París, esperando toparse con el esposo de la rosada.
Llegaron a la cafetería y allí estaba el moreno, con una sonrisa. Los cabellos enrulados de la bebé bajaban por sus hombros mientras que el pelirrojo de este despejaba el cielo.
—¡Papi! —gritó la menor, causando que el mayor vea a la infante. Caminó a ella, recibiéndola en brazos.
—Hola, linda, ¿cómo estás? —la rosada se acercó.
—Bien, ¿y tú, bombón? —se dieron un beso corto y sonrieron.
—Excelente ahora que estás —la tomó de la cadera, volviendo a robarle un beso.
—¡Iugh! ¡No más! —chilló la enrulada pataleando. La roja rió y cargó a la menor.
—¿Hablaste con tu padre?
—Dios, ni me hables de eso —fueron a sentarse en una mesa.
—¿Por qué? —la sonrisa de ella se fue desapareciendo.
—Quiere que vaya a comer a casa —hizo una mueca. —Y no aguanto la falsedad de Connie.
—¿Se casó con Connie? —se mostró incrédula —oh.
—¿Acaso estás celosa? —ella rió.
—No, no, estoy feliz de tenerte —volvieron a juntar sus labios. La niña hizo un puchero.
—¡Basta! —la mayor acarició los cabellos de la niña.
—¿Hiciste algún movimiento brusco o algo? Sabes que no quiero que te pase nada.
—No te preocupes por mí —rodó los ojos —el psicólogo siquiera se preocupa tanto.
—Igual, no confío en ese tipo.
—No confías en nadie, Kevin —rió. El moreno sonrió. —Dile a tu padre que iremos.
—¿Qué? ¿Por qué? —se mostró incrédulo.
—¿No es obvio? Es el abuelo, tiene derecho a conocerla —el moreno hizo una mueca.
—Padre biológico.
—¡Nop! —le picó la nariz —es el abuelo. Luego iré de compras con Perla y mis primas, ¿bien? Debemos planearlo todo para el baby shower.
—Sigo creyendo que es absurdo hacer uno de esos.
—¡Igual! —acomodó los moños de la niña —te amo, cielo.
...
—A ver, sigo creyendo que mi padre puede ponerse pedófilo con Octavia —acarició los cabellos de la menor que llevaba un lindo vestido.
—Sabes que estoy yo para confundirlo —bromeó y él la miró mal —bebé... —lo tomó de la mano. Él se sonrojó bruscamente.
—¡Frente a la niña no! —chilló rojizo. La puerta fue abierta por una morena de cabello corto y caderas anchas. Tenía un lapizlabial rojo y un vestido con escote corazón. Spinel hizo una mueca: clásico de Connie.
—Buenas noches, querido —le picó la nariz a Kevin. La roja se sobresaltó y lo abrazó. —Oh... Y buenas noches, Spinel y... —miró a la niña —... Cosa.
—No voy a dudar en sacarte el implante que tienes en la teta, zorra —habló la milf pasando por al lado, chocando su hombro. El hombre gordo estaba sentado en uno de los sillones y al ver a su hijo y su exnovia sonrió.
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The Sugar Daddy's Toy | Stevnel
FanfictionElla siempre le faltó amor y él se lo quería brindar a una bebé. Ambos se necesitaban, por algo estaban juntos.