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Ya había pasado más de un año desde que Joe había dejado de vivir en Manhattan. Si bien su madre seguía viviendo con sus padres en Brooklyn cuando él volvió, ella se terminó yendo al cabo de unos meses tras sentir el rechazo de su hijo mayor. Sin embargo, a él le daba igual si su madre se iba o no: ya había cortado el lazo emocional que tenía con ella desde hacía tiempo, aunque a su abuela igual le dolía.

Como el departamento de sus abuelos no tenía muchas habitaciones, compartía el cuarto con su primo Chris, lo cual incluso le divertía mucho más que cuando compartía con Vincent, gracias a que Chris tenía casi su misma edad, aunque aquello no evitaba los roces, en especial porque el cuarto era mucho más pequeño que el de Manhattan.

Pese a los problemas y las diferencias, en ese año y cuatro meses metido en el departamento de sus abuelos ya se había adaptado bastante bien. Joe se había acostumbrado al orden casi compulsivo de Chris, quien a su vez ya se había acostumbrado a la personalidad un tanto irresponsable consigo mismo de su primo. Era irónico pensar que Joe, siendo tan desordenado, sarcástico, sin un sentido del deber e impuntual fuera tan preocupado y protector con respecto a su familia, como si fuera capaz de dejar de lado su inmadurez para hacerse cargo en su momento de sus hermanos, como si fuera un adulto.

Y ahora que no debía cuidar de alguien más, sino que solo de sí mismo, podía darse el lujo de volver a ser un adolescente más del montón, y eso fue lo que simuló ser durante más de un año ahí, acercándolo a muy malas juntas.

Él sabía que si quería realmente sobrevivir en el barrio siendo nuevo, debía hacerse de amistades, no como Chris que iba de la escuela a la biblioteca y luego se encerraba en el departamento, ausente de la realidad en la que les tocó vivir. Joe quería tener un poco más de libertad que su primo, sin tener problemas con los demás jóvenes de Bedford-Stuyvesant. Así que, habló con Michael, quien iba de vez en cuando a ver a sus abuelos, para que lo presentara con algunos amigos de él en el barrio.

Y así, Michael lo integró a una pandilla de descendientes irlandeses, que le ofrecía protección a cambio de que vendiera un poco de hierba en su escuela y en el parque. Joe decía que era solo por protección dentro del barrio, pero lo que él no le dijo al resto, era que temía que apareciera Belcebú y no tuviera a alguien que lo respaldara, ya que, luego de estudiar bastante el libro que encontró Matt, llegó a la conclusión de que Belcebú era demasiado peligroso, pero no se le acercaría mientras no tuviera que usar sus poderes... y para eso debía evitar exponerse a situaciones en las que debiera defenderse solo de lo que fuera o que le provocaran ira, puesto que, en ese estado se descontrolaba. El único poder que seguía usando era ver lo que pensaban los demás, gracias a que era algo que simplemente fluía de él, sin tener que forzarlo o que detone por alguna emoción fuerte.

Fuera de su situación personal, el año 2007 fue bastante ajetreado, en especial por la masacre de Virginia Tech, el 16 de abril de ese año. Claro, no tenía que ver con su vida o con Nueva York, pero había estremecido al país y causado mucho pánico por el incesante recuerdo de Columbine. Ante el pánico de la población en cuanto al comportamiento de los jóvenes de ese entonces, las escuelas e institutos comenzaron a tomar cartas en el asunto entorno a la convivencia escolar, lo cual sí terminó repercutiendo en la escuela a la que asistía Joe.

Su comportamiento iba cada vez de mal en peor, provocando que sus profesores y las autoridades de la escuela realmente lo odiaran, pero irónicamente sus notas eran casi perfectas. Esto provocaba que el odio de sus profesores hacia él aumentara al ser alguien difícil de controlar, por lo que, aprovechaban cada oportunidad para dejar que cayera por su propio peso. Si encontraban alguna forma de restarle puntos en las evaluaciones, la tomaban sin duda. Si podían, le daban tareas adicionales por cada vez que lo encontraban en una conducta "sospechosa". Incluso, si alguno veía que tenía problemas con otros alumnos, ninguno interrumpía para calmar los humos como correspondía, sino que, dejaban que los otros alumnos se encargaran de él.

JoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora