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Joe sopló las velas del pastel. Su cumpleaños número dieciséis había sido el día anterior, pero decidieron celebrarlo el sábado por la tarde para que alcanzara a llegar su tía Rebecca. Michael se puso frente a ellos y le pidió al resto que se agrupara tras Joe, para sacar una fotografía.

—No, Mick —lo llamó Joe—, no saques una foto.

—¡Ay, por favor! Necesitamos una foto actual tuya para tu funeral, para que vean que moriste como adolescente y no como un niño.

—¡Michael! —le gritó su abuela a modo de regalo.

—¡Ya, ya! ¡Todos sonrían y quédense congelados, porque voy a poner el temporizador! ¡Joe, imagina que es tu funeral!

El chico no pudo evitar reír levemente ante la broma de su primo y sonrió para la foto, dejando una especie de extraño retrato familiar, en donde sobresalían la playera de Green Day que usaba Joe y la playera de Metallica de Michael, junto con el moicano del adolescente y algunos piercings que se había hecho en las orejas esa última semana con Amy. Sin duda, era el tipo de fotografía que ninguna abuela quisiera enmarcar, pero así eran ellos.

Justo después del flash de la cámara, tocaron la puerta, por lo que, Rebecca fue corriendo para abrir y evitar que su abuela fuera. Al abrir, los mellizos entraron corriendo y Lily venía detrás caminando a medias, pues no podía evitar tambalear al ser pequeña todavía. Los abuelos de Joe venían detrás con poco entusiasmo.

—¡Hola, piojos, gracias por saludar a su tía favorita! —les gritó, entre molesta y divertida por la actitud de los niños.

—¡Feliz cumpleaños, Joe! —gritaron al unísono.

—¡Pulgas! —exclamó alegre cuando los vio. Se agachó para saludarlos, pues si bien ya tenían once años, ninguno de los dos se acercaba a la estatura de su hermano.

—¿Cuándo vamos a vivir juntos otra vez? —le preguntó Violet con cierta tristeza.

—Ay... eh...

—Te extrañamos mucho, aunque la abuela dice que no tenemos que hacerlo.

—¿Y por qué les dice eso? 

—Dice que te la pasas ebrio y que tus amigos son delincuentes, como tú —respondió rápidamente Vincent—. Dice que terminaste en el hospital por un ajuste de cuentas... que tú mismo te lo buscaste.

—¿En serio dice todo eso de mí? —Los mellizos asintieron con la cabeza y Joe sonrió, causándoles extrañeza—. Es que la abuela está vieja, ya no sabe lo que dice.

—También dijo que pronto nos iremos a vivir a Manhattan con mamá —prosiguió Violet.

—¿Porque ustedes le preguntaron si iban a volver a Manhattan? ¿Se lo pidieron acaso?

—No... es que, vimos a mamá conversando ella en la casa, el domingo pasado. Yo no quiero volver con mamá.

—Ya sé...

—Lo haría solo si tú te vienes con nosotros.

—No... no sé si pueda. Estoy terminando la escuela acá y... no lo sé. Sería tedioso volver a esa rutina de levantarme súper temprano para cruzar la ciudad hasta llegar a Brooklyn. Mi escuela y mis amigos están acá.

—¿No podemos quedarnos aquí contigo?

—No hay mucho espacio la verdad. Yo duermo con Chris en una habitación que debería ser la matrimonial, la tía Rebecca tiene una pieza pequeña y los abuelos tienen una habitación en donde con suerte cabe su cama, porque duermen en la pieza que era de Chris.

JoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora