05. Viernes.

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Viernes 21 de Febrero 10.08 AM

Mi teléfono sonó con el normal pitido de los grupos de Whatsapp, no me costó caer en cuenta que podían ser las chicas, ya que era el grupo que más activo tenía y aun estando en el mismo lugar, la mayoría de las cosas las hablábamos por tal medio.

Solía dejar el teléfono cerca de la cama, a veces debajo de la almohada y un poco somnolienta revisé para encontrarme con un brazo, lo que me denotó realidad, totalmente alejado a ser un aparato.

Teo dormía a mi lado con el brazo aún debajo de mi almohada, por lo que no me costó moverme apenas para darme cuenta que seguíamos de la forma en la que nos acostamos, muy cerca uno del otro en cucharita.

Me di la vuelta despacio para no despertarlo y lo miré dormir plácidamente, seguía trasmitiéndome tranquilidad pero por la hora que era, con las hormonas tan alteradas me moría de ganas de despertarlo a besos, sus labios entreabiertos parecían esperar ser besados y me tuve que morder la lengua para no invadirlo de esa forma, aunque ganas no me faltaban para moverlo y desearle los buenos días.

El teléfono volvió a sonar y llamó mi atención en las cosas que yo había traído, lo que no me resultó muy difícil recordar por qué estaba en su cuarto, durmiendo con un extraño que apenas conocía hacía cinco días, no obstante era lo más normal para mí después de lo que pasó en mi cuarto, pero no quise indagar en ello y me levanté para buscar mi celular y ver el grupo que no dejaba de pitar con mensajes.

Delfi, Tizi y Joanna planeaban pagar la excursión de los delfines, entre ellas hablaban a pesar de tener estar en un mismo cuarto, aunque dudé que lo estuvieran por cómo se mataban a la idea de qué poder hacer con todo lo que había en el hotel.

Leí que querían hablarlo en el desayuno, en una hora cuando Lore y yo contestáramos, pero a mí no me importaba lo que quería decir o hacer Lorena, por lo que respondí confirmando que estaba con Teo y que en una hora, podía llegar al comedor.

Entré rápido al baño para lavarme los dientes y así evitar que hubiera mal aliento, porque aún esperaba que se despertara con ganas y para no afectar tanto la escena, quise volver a la cama a esperar que abriera los ojos, sin embargo, me llevé una sorpresa cuando lo vi somnoliento y refregándose los ojos detrás de la puerta, lo que me encendió al punto de pensar en empujarlo hacia atrás, pero su idea fue otra.

— ¿Ya puedo pasar? —preguntó cuando me quedé estática en la puerta, recapacité asintiendo y corriéndome para que él pudiera entrar. —hola, buen día.

—Hola... me alegra seguir viva, gracias por no asesinarme anoche.

—De nada. —me sonrió con sus hoyuelos incipientes antes de cerrar la puerta, me mordí el labio notando cómo ese cosquillo en mi vientre me volvía a atacar.

No pensaba irme de la habitación sin al menos obtener un beso, por lo que me acosté de nuevo y mientras esperaba, miré mi celular para corroborar mis mensajes. Lorena se activó burlando todo lo que yo decía, eso me molestó y fomentó más mi bronca y arrepentimiento a lo que pasó, pero evité contestar para no causar una revolución en el grupo, las chicas no tenían por qué enterarse de nada, y no porque no confiara en ellas, pero no las quería comprometer a ponerse del lado de una o la otra, así que me ahorré las respuestas.

—Si no fuera porque amo los desayunos de acá, quisiera quedarme en la cama todo el día. —dijo Teo en cuanto salió y sacó su teléfono del cargador para mirarlo. —ves, son las diez y esta hora sería impensada para despertarme si no estuviese acá.

—Como muchas otras cosas que no haríamos, si no estuviésemos acá. —concordé dejando caer el celular de mi mano, él levantó ambas cejas y abandonando el aparato que lo aclamaba, se subió a la cama para volver a acostarse y darme su atención.

Una semana: Todo IncluidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora