Lunes 17 de Febrero. 00.49 AM
Buenos aires, Argentina. Aeropuerto de Ezeiza.
La sensación que experimentaba mi estomago no era grata, se me retorcía por dentro y mis músculos cooperaban para tensarse y resguardarlo, el aire no me entraba por las fosas nasales y los pulmones se mantenían a la espera usando la reserva, mis ojos se encontraban cerrados, mi boca no podía emitir nada, sólo apretar los labios en una línea dura, los hombros casi me llegaban al cuello y eso repercutía en los músculos que se tentaban a contraer un calambre.
Sentí una mano llegar a la mía que estaba afianzada al apoyabrazos y me asusté peor, lo que me hizo mirar con los ojos entornados y encontrarme con la persona que se me sentó al lado y yo no pude saber de quién se trataba, por anticiparme a cerrar los ojos.
— ¿Estás bien? —preguntó un chico, relajado, divertido por su expresión ladeada pero preocupante detrás de los ojos turquesas más imponentes que alguna vez vi.
—Sí, está bien. —contestó Lorena a mi lado y puso su mano por encima de la mía, la que me quedaba libre. Yo hice mi mayor esfuerzo por asentir y sin poder analizar más, volví a cerrar los ojos quedándome con la última imagen de él correspondiéndole a ella.
Además de sentir los nervios que me debilitaban los despegues del avión, no me imaginaba que tendría un compañero de asiento tan lindo, porque si bien estaba muy ocupada conteniéndome, mi escáner me permitió notar que, era un chico de mi edad o quizá más, con ojos fuertes y turquesas y un pelo castaño muy claro despeinado, pero con un estilo envidiable.
Sacó su mano y yo quise pedirle que no lo hiciera, pero no me salían las palabras y preferí aguardar que el avión se estabilizara para poder respirar con normalidad.
—Ya está, ya estamos acá. —dijo Lore cuando el piloto terminó de dar la bienvenida y decir a cuántos pies estábamos de la tierra. Pude abrir los ojos y dejar el aire entre a mis pulmones, aún se sentía la tensión pero la primera parte estaba superada.
Odiaba viajar en avión, las pocas veces que me lo pude permitir no fueron de mi total agrado y la sensación no me gustaba, por más que abría los ojos durante el viaje, la tensión no se iba en ningún momento, al punto que no me movía de mi lugar ni me levantaba para ir al baño, y eso me preocupaba porque a diferencia de otras oportunidades, era un viaje más largo y debía sobrevivir ocho horas.
—Viste tonta, no pasó nada.
Asentí y me animé a mirar a mi otro lado, el chico con el que me tocó sentarme era joven, era lindo y ya tenía auriculares y un antifaz puesto porque dormía apoyado en su brazo, lo que me decepcionó porque quería decir gracias, o algo.
—Al fin vacaciones. —llamó mi atención mi amiga y acarició mi mano aún en el apoyabrazos, la miré y me sonrió cómo solía hacer últimamente. Yo traté de responder pero no fue más que un reflejo de mi sonrisa, porque mi cerebro le dio la orden a mi mano que se moviera y saliera de su cercanía.
—Mai ¿estás bien? —se acercó Delfi por el pasillo, parada y con el celular en la mano, como si nada acabara de pasar y yo aún no podía moverme lo suficiente. Bajó su vista a mi acompañante y levantó ambas cejas en complicidad. —ah bueno, no la habrás pasado tan mal parece.
—Estoy bien, sí, gracias.
—Ay Delfina, qué tarada. —acotó Lore y ella se rió volviendo a su lugar, lo que a mí me hizo ver otro indicio pero salí rápido del mismo para ponerme los auriculares que tenía preparados en la mesita bandeja. — ¿ya vas a dormir?
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Una semana: Todo Incluido
Novela JuvenilLa confusión que Mailén experimenta es propia de la adrenalina hormonal post adolescencia, o al menos es como ella definiría el torbellino que está envolviendo su vida en los últimos tiempos. Abordado por los problemas intrafamiliares, Teo necesita...