Miércoles 19 de Febrero. 13.32 PM
—Teo... llaman.
—Andá vos. —farfulló con pesadez, yo bufé y me negué a intentar levantar un brazo ni para taparme con la sábana, pero el insistente golpe de puerta comenzaba a resonar casi igual que mis sentidos y provocaba mi dolor de cabeza, por lo que volví a quejarme.
— ¡Teo, atendé!
Bufó maldiciendo con todas las palabras que se pudo acordar y se levantó haciendo un esfuerzo sobrehumano, casi el mismo que hacía yo para quejarme. Se llevó la sábana sacándomela por completo y escuché cómo se dirigió a la puerta para abrirla.
— ¿Sí, qué pasa?
No escuché lo que le decían porque los parpados me pesaban toneladas y mis ojos se cerraban voluntariamente, obligándome a perder la noción antes que me viera a mí misma fuera de sí de nuevo, como la mitad de la noche que la euforia estaba en mis venas para volverme adicta a todo lo que hacía y él le provocaba a mi cuerpo.
Para cuando recobré el sentido, fue a causa de las molestas gotas que me cayeron en la cara, con pesadez levanté mi mano para secarlas y quejarme de notar que eran continuas. Abrí apenas los ojos y lo vi a Teo casi encima de mí dejar que de su pelo resbalaran más gotas y bufé tapándome con la mano.
—Teo... —me quejé queriendo ponerme de costado pero me gané recobrar la noción del tiempo y espacio, y eso a mi cabeza le valió caro. —...salí.
—Tenés resaca Mai, ayudame a llevarte a la ducha.
—No... no quiero...
—Dale, te va a hacer bien, lo necesitas. —me dijo agarrándome de los brazos para estirarme, pero me negué. —dale, por favor... yo también estoy agotado, pero me hizo bien el baño.
—Me duele la cabeza.
—Hay efervescencia para que alivie y mucho chocolate, un día con actividades planeadas por mua y mucho, pero mucho entretenimiento sexual para no decaer.
Sonreí con los ojos cerrados y me dejé levantar por él. Después de la madrugada y la intervención del éxtasis compartido, ambos sabíamos que no debíamos dar por perdido el día que afrontábamos, dado que la dopamina y serotonina nos jugaban en contra, además que los químicos en el cerebro se desbordaban al punto de afectar nuestro estado de ánimo como consecuencia de la diversión momentánea.
Coincidíamos en que fue divertido mientras duró, ya que nos ayudó a pasarla más que bien en la cama y tener una madrugada colmada de sexo fuerte, pero afrontar el mediodía era más difícil y por eso me pidió pasar lo que restaba del día juntos, a lo que no pude negarme y enviándole un mensaje a mis amigas para dar señales de vida, me borré de sus planeas para hacer los propios con Teo y ellas estuvieron de acuerdo.
El desayuno fue lo mejor forma de empezar a quitar esa enorme pesadez que cargaban los cuerpos, él pidió que fuera completo y nos sentamos en la parte más baja del balcón, al lado de los toboganes a contemplar el hermoso mar y dejar que el sol nos recargara de energías mientras consumías mucho dulce.
ESTÁS LEYENDO
Una semana: Todo Incluido
Ficção AdolescenteLa confusión que Mailén experimenta es propia de la adrenalina hormonal post adolescencia, o al menos es como ella definiría el torbellino que está envolviendo su vida en los últimos tiempos. Abordado por los problemas intrafamiliares, Teo necesita...