Capítulo 32: El resplandor de la luna por última vez.

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Resumen: El deber de un guardián es proteger aquello que se les ha confiado, incluso si eso les cuesta la vida. Seikan y Mitsuki buscaran cumplir su destino y proteger al mundo.

La luz del sol apenas se filtraba por entre las hojas de los árboles en aquel espeso bosque que rodeaba la aldea de la hoja. Mitsuki y Seikan saltaban de árbol en árbol en dirección a la frontera, mientras se movían Mitsuki notó que Seikan estaba aplicando una especie de sello sobre su brazo izquierdo.

—¿Qué haces? —preguntó.

—Es un inhibidor para la marca de invocación de Sarada, si ella quisiera podría invocarme en cualquier momento usando el camino animal, así que tengo que evitar que eso pase —respondió Seikan mientras realizaba unas posiciones de manos; sellando así la marca de invocación.

Mitsuki se movía a la cabeza y de cerca lo seguía Seikan que no bajaba la guardia; su confianza en Mitsuki era nula.

—Estás seguro de que encontraremos a los purificadores, por lo general no suelen quedarse en un sólo lugar —dijo Seikan.

—Si, muy seguro, Suigetsu ha estado vigilando por semanas —respondió Mitsuki muy confiado.

Mientras tanto en la aldea, Aria corrió directamente a hablar con la hokage. Sakura se encontraba justo saliendo de una reunión cuando vio a la joven toda alterada dirigiéndose hacia su despacho.

—¿Qué es lo que sucede? —preguntó Sakura.

—Es terrible, fui al apartamento y Seikan no estaba, simplemente me dejó una nota en que explicaba que se iba a enfrentar su destino —explicó ella mientras intentaba calmarse.

—¿Y los guardias no lo pudieron detener? —dijo Sakura.

—No, pero no había rastros de pela, los guardias fueron neutralizados sin violencia. Cuando revisé sus cuerpos tenían unas mordidas de serpiente en los tobillos, me supongo que así los dejaron inconscientes —comentó Aria.

Al escuchar la palabra serpiente enseguida vino a la mente de Sakura Mitsuki, quien más podría usar ese tipo de técnicas. Sin embargo, debía asegurarse que fuese así, pidió a uno de sus ayudantes que fuera en búsqueda de Mitsuki. Sakura le indicó a Aria que esperaran en su oficina. Después de un rato el ayudante de Sakura volvió con malas noticias; Mitsuki no estaba por ningún lado.

—Esos dos debieron irse de la aldea a buscar a los purificadores no cabe duda, tanto Seikan como Mitsuki deben pensar que es su deber acabar con ellos —aseguró Sakura.

—Tengo que ir tras mi hermano, no puedo dejar que se meta en más problemas —declaró Aria, pero Sakura la detuvo y dijo.

—Lo mejor es que te quedes aquí, si te vas y algún otro kage se entera podrían saber que Seikan se fue y entonces los avances que hemos conseguido para ayudarlo se perderían, lo mejor es mantener en secreto esto y enviar un equipo a traerlo a él y a Mitsuki de regreso.

Aria suspiró profundamente y con ojos brillosos miró a la hokage y preguntó.

—Estoy agradecida por todo lo que hace, pero ¿por qué ayuda y protege tanto a mi hermano?, ni siquiera es de la aldea de la hoja.

—Porque comprendo muy bien que lo que hace tu hermano es para el bien de la aldea y el mundo. La orden de retener a Sarada, Boruto Seikan y Mitsuki es muy tonta e imprudente por parte del señor feudal, al tenerlos a los cuatro aquí es sólo cuestión de tiempo para que los purificadores ataquen, estoy segura de que Mitsuki y Seikan estaban al tanto de eso, por tal razón se fueron —aseveró Sakura.

Sakura pidió llamar a Sarada y a Boruto de inmediato ante ella; había algo muy importante que debía hacer. Cuando los dos jóvenes llegaron a la oficina de Sakura se vio enseguida en el rostro de ella que el asunto que debían tratar era serio. La hokage se sentó en su silla y les pidió que se acercaran, Sarada notó la preocupación en la mirada de Aria y pensó que algo malo estaba pasando.

Un destino Tallado en las ConstelacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora