Capítulo 30: Entre escombros.

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Resumen: La aldea destruida, ese es el plano con el que se topan Sarada y Seikan, los reencuentros con los amigos y la familia no se hacen esperara en medio de todo el caos.

Frente a los ojos de Sarada y Seikan un paisaje de muerte y destrucción se dibujaba, la cruda realidad de la escena parecía sacada de una pesadilla. Ante tal situación el primer reflejo de Sarada fue pensar en su madre, no se imaginaba que haría si la perdía a ella también. Rápidamente la Uchiha corrió entre los escombros y los edificios destruidos en dirección a su casa, únicamente para encontrar que el edifico entero había sido demolido. El miedo comenzó a apoderarse de ella y desesperadamente gritó el nombre de su madre.

—Sarada, trata de calmarte un poco, aún no sabemos si tu mamá estaba aquí cuando el edificio se colapsó —dijo Seikan tratando de calmarla.

Sarada respiró profundo y recuperó la compostura, Seikan tenía razón, tal vez su madre se encontraba ayudando a los heridos y dando apoyo en el hospital, así que decidieron dirigirse hacia allá.

A cada paso que daban se encontraban con más casas y edificaciones destruidas. Lo extraño era que no se veía a ningún herido o muerto. Toda la situación era muy confusa, pero no había tiempo para confundirse y dudar, debían llegar lo más rápido al hospital. mientras corrían por la aldea vieron una figura que les parecía familiar corriendo no muy lejos de ellos. Atraídos por la curiosidad se acercaron a aquella figura, al estar lo suficientemente cerca vieron que era Chôchô, ella se percató de la presencia de los dos y volteó su mirada.

—¡Sarada!, ¿en verdad eres tu amiga? —dijo ella totalmente sorprendida, como si sus ojos la engañaran.

—Qué bueno es volver a verte querida amiga —dijo Sarada mientras corría a abrazarla.

El tierno reencuentro se vio interrumpido por el grito de auxilio de un pobre anciano que estaba atrapado por una viga. Los tres ninjas corrieron en su auxilio, mientras Chôchô levantaba la viga Sarada sacaba al desvalido anciano.

—Chôchô, ¿sabes dónde está mi mamá? —preguntó Sarada a su amiga.

—Descuida, tu mamá está bien, está atendiendo a los heridos en el refugio en el monte de los hokages. A pesar de toda la destrucción el refugio pudo resistir y proteger a todos, por ahora llevemos a este pobre hombre al refugio y te contaré todo ahí— respondió Chôchô.

Los tres ninjas se movilizaron hacia el casi totalmente destruido monte de los hokages.

Todos los ninjas disponibles se movilizaban buscando heridos, al parecer durante el ataque casi toda la aldea había logrado ser evacuada, pero quedaban algunos rezagados. Ante todo el caos de la situación Seikan prefirió no pronunciar una sola palabra y permanecer en silencio, Chôchô parecía simplemente ignorar su presencia.

Llegaron al interior del refugio y uno de los ninjas médicos se hizo cargo del anciano que habían rescatado. Sarada levantó la mirada buscando la inconfundible figura de su madre y casi enseguida la vio, guiando y dándoles órdenes a todos, organizando a los ninjas para formar los escuadrones de búsqueda y rescate, Sakura estaba a la cabeza intentando calmar a todos y dar un poco de orden y calma. Sarada sin pensarlo corrió con lágrimas en los ojos a abrazar a su madre, Sakura fue tomada por sorpresa por el abrazo de su hija.

—Ya estoy de vuelta, mamá —dijo Sarada.

—Bienvenida de vuelta a casa, Sarada — respondió Sakura con una sonrisa cubierta de lágrimas.

Seikan esperó antes de acercarse a Sakura, no quería interrumpir el momento madre e hija. Cuando lo encontró oportuno se acercó y le dijo.

—Saludos señora Uchiha, como lo prometí traje a su hija de vuelta.

Un destino Tallado en las ConstelacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora