Capítulo 3_ Entre dos aguas

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El alivio de unas cuantas nubes fue momentáneo. Eran las 15:00 de la tarde, y Katie había quedado con su buen amigo Nathan en su casa.

_ ¿En serio has de irte ya?_ Preguntó el muchacho, en el umbral de la puerta de la entrada_ Con lo pronto que es...

_ Lo siento, Nathan... Pero es que a esta hora es cuando más peces hay en el lago arboleda... He de aprovechar.

Con una expresión entre algo decepcionada y triste, Nathan suspiró.

_ Pues nada... Supongo que ya nos veremos.

Katie asintió y, justo después, le dedicó una sonrisa.

_ ¡Ya nos veremos!

Sin embargo, cuando la chica se dio media vuelta, encaminando su rumbo hacia la bicicleta que tenía aparcada a un lado del porche de los Adams, Nathan le frenó poniéndole la mano en el hombro. Katie le miró.

_ ¿...?_ Sin embargo, Nathan apartó corriendo la mano, como si le quemase... Aunque lo que realmente le quemaba ahora, era el rostro._ ¿Pasa algo?

_ ¡N-No! No, lo siento... Es que... Pensé que tenias... Una pelusa, eso sería._ Y con una risilla nerviosa, el chico se pasó una mano por la nuca.

_ Ah, vaya... ¡Gracias entonces!_ Y con otra sonrisa, la muchacha se encaminó con la bici hacia el monte.

En la distancia cada vez más lejana, Nathan soltó un suspiro, arrepentido de no haberle dicho nada acerca de sus verdaderos sentimientos a Katie, como se propuso a inicios de verano...

...

La brisa acariciaba la cara de Katie mientras pedaleaba camino al monte arboleda. En el trayecto saludó a su vecina, quien estaba regando las plantas con una regadera de un tono verde claro... A esas horas en su barrio reinaba el sopor.

De todos modos no fue un camino muy largo y, en cuanto llegó a las inmensas escaleras previas al templo, Katie decidió aparcar la bicicleta en un lugar donde diera la sombra.

De entre la penumbra, una suave presencia se coló por el bambú hasta quedar ligeramente tocada por los rayos de sol...

_ No esperaba encontrarte por aquí hoy._ Dijo Orochi, quien tenía un aire tranquilo y algo somnoliento, tal vez por el ambiente veraniego, tal vez por la paz del templo.

_ Oh, buenos días Orochi_ Le sonrió la chiquilla_ Si, al final he decidido pasarme a pescar un rato.

La expresión sorprendida de Orochi fue captada al vuelo por la joven, y el yokai se apresuró a añadir:

_ Mis disculpas... Me ha sorprendido saber que te gusta pescar.

_ Bueno, lo hago de vez en cuando, ¿Quieres venir?

Como siempre, Orochi se pensó la respuesta durante un rato. El rumor del aire se intensificaba al rozar el bambú y era la primera vez en días que se sentía algo de aire fresco, y no pesadamente abrasador.

Finalmente, el yokai asintió.

_ Bien, te escoltaré.

Katie soltó una risilla y, como sabía que no le haría cambiar de opinión, simplemente le respondió con un "vale".

Los dos juntos subieron las infinitas escaleras, Katie preguntando alguna cosa a su amigo yokai o tratando de sacarle algo de conversación... Por su parte, Orochi trató de ser amable y responder todo lo que ella preguntaba, intentando también ser más abierto sobre sus opiniones y gustos... Sabía que a ella se lo podía confiar.

La voz de la luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora