💌 LA BENDICIÓN DEL GATO 💌
En la ausencia del anciano, Wooyoung no había querido mirar los ojos de San y tampoco quería ver su sonrisa burlona. Su plan había sido descubierto, por decirlo de alguna forma.
El día que había perdido sus pastillas para dormir y que coincidía con su noche en celo, era un suceso que no debía suceder aquella noche. Esto, debido a que él había planificado una situación similar para el día de la graduación de San. Casi como un presente de su parte. Sin embargo, no contaba que las últimas pastillas que le quedaban en su caja de somnífero las hubiese tomado Mingi ese mismo día del celo pensando que era un tipo de suplemento alimenticio para deportistas. Mingi no era tan imprudente como para haber sacado algo de la mochila de su amigo sin su permiso, de hecho, el mismo Wooyoung le había permitido sacar algunas pastillas. Solo que Song se lo había tomado muy en serio, provocándole un fuerte cansancio durante todo el día.
Aquella misma noche donde el menor entraba en celo, no podía creer que la caja estuviese vacía, y hasta el día de hoy tampoco sospechaba que Mingi se había tomado las últimas pastillas. Cuando San había regresado de la farmacia, Wooyoung ya había comenzado a sentir los efectos de la maldición. Efectos que lo volvían más vulnerable y sacaba a la luz una faceta desconocida de él, casi similar a los efectos que produce inicialmente el licor.
En ese aspecto, Wooyoung era especial. Esto porque el rubio pasaba mucho tiempo sin autocomplacerse. Y además, se sumaba a los continuos pensamientos indecorosos durante la noche donde San era el protagonista. En resumidas cuentas, su libido se hacía mucho más potente el día en que entraba en celo, y precisamente esa noche, donde San le había propuesto quedarse, Wooyoung se liberó. Le hizo caso a lo que pedía su cuerpo, a lo que ansiaba por tantas noches. No pudo frenar ese impulso. No quiso esperar al día de la graduación. Quería tocar a San y complacerlo sin pensar en el mañana o lo que pasaría después. Aquel impulso que le otorgaba la maldición se había mezclado con sus verdaderos deseos de hacerlo con San. Y ya siendo las cuatro de la mañana, cuando el dolor de sus caderas comenzaba a pasarle la cuenta, agradeció haber exagerado su estado de celo. Si le hubiese confesado que el efecto duraba poco, lo más probable es que no hubiese quedado completamente satisfecho.
Por parte de San, él algo sospechaba sobre la situación. Pero no quiso ahondar en el tema debido a que le parecía bastante conveniente que Wooyoung tuviera ese comportamiento. Su relación había sido hasta hace poco muy fría y distante. San era de esas personas de tacto, y siempre anhelaba que su novio se mostrara cercano con él aún sabiendo lo distante y reservado que era con sus sentimientos. Por esa razón él realmente se había sentido feliz al escuchar la verdad sobre la maldición.
Habían pasado cerca de cinco minutos desde se habían quedado solos en la habitación con los gatos. Jung seguía avergonzado. No se encontraba listo para dar explicaciones. De cualquier forma, no había mucho que decir. Wooyoung solo era un joven de 18 años muy apasionado.
Choi lo comprendía y por lo mismo, de a poco dejó de sonreír al notar que la incomodidad que estaba sufriendo su amado se volvía insoportable. Más tarde lo molestaría con esa conversación, cuando las cosas estuvieran más calmadas, ahora lo único que quería era distraer a Wooyoung para que dejara de pensar tanto en ello. Lo primero que se le vino a la mente fue mover sus dedos en la alfombra con el único fin de llamar la atención de los felinos que estaban cerca. Wooyoung miró discretamente lo que estaba haciendo su novio y luego miró un poco más allá donde se encontraba un grupo de gatos al acecho de los dedos de Choi. Las pupilas de los animales se dilataron por completo y su concentración estaba fija en cada movimiento que hacía la mano de su novio. De pronto, todos los gatos que estaban observando aquel estímulo, saltaron al mismo tiempo en dirección a la mano de Choi. El rubio llegó a sobresaltarse del susto y disimuló su reacción acomodándose en el cojín. Los cinco gatos que hace un rato atrás se encontraban esperando por atacar su objetivo ahora se encontraban mordiendo la mano de San. Uno de estos gatos, el más pequeño y de color negro, escalaba por su brazo, otro, de color blanco, se había agarrado del antebrazo y le daba patadas con sus pequeñas patas traseras. Los otros tres se repartían la mano a mordiscos. Los tres gatos tenían colores y tipo de pelo diferente.
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aquí hay gato encerrado ↝ woosan
Fanfictionwooyoung sufre una extraña maldición gatuna durante las noches de luna llena. Al principio era perfectamente controlable hasta que una noche pierde sus pastillas para dormir y se ve obligado a revelar un vergonzoso secreto a su novio san. 💌[ADAPTAC...