Yuqi era mi única amiga para cuando cumplí quince años. si bien jamás dijo nada al respecto, podía ver en sus ojos claros que sentía cierto grado de lástima hacia mí. ella y su novia, Soyeon, llevaban poco más de un año saliendo. a veces había celos en mi propio corazón, sin embargo, nunca hablamos de ello.
me preguntaba si había comido, si había dormido bien. la respuesta variaba del "muy poco "en los días normales, cuando lo único que hacía era pensar en Soojin, al "nada en lo absoluto" cuando sabía que se encontraba mal. a veces me despertaba de pesadillas paralizantes con su voz dulce; casi me sentía.
ella fue quien notó que estaba dejando de vivir.
pero, ¿qué más podría hacer frente a la aplastante realidad de estar perdidamente enamorada de un ángel caído como Soojin? veía los días pasar como a través de una ventana de autobús en movimiento; lo suficientemente lento como para notar sus detalles, pero aun así siendo imposible el hacer algo. todo giraba en torno a ella, a sus constantes cambios de ánimo que fluctuaban de la ira abrasadora al dolor, a sus llantos que más parecían gritos como pecador que se quema en el infierno. sabía tanto y a la vez tan poco sobre ella.
tras sus hombros cada vez más delgados se desaparecía el pasado, el futuro que ella miraba era corto, certero, prometedor de una muerte apacible.
cada mañana le enviaba un mensaje corto, sólo para comprobar que lo había leído. que ella seguía existiendo y, por consiguiente, que yo podía seguir haciéndolo. ¿necesitaba llorar sobre mi pecho? a las tres de la mañana mis pasos eran rayos cruzando las calles oscuras que separaban nuestros hogares. mi madre dejó de preguntar, poco a poco. mis dos hermanas dejaron de esperar que la pequeña de la casa volviera temprano queriendo jugar con sus coches de miniatura. mi padre dejó de cocinar mis platos favoritos porque, de todos modos, jamás estaba en casa para comerlos hecha una sonrisa andante.
se les había olvidado el sonido de mi risa, así como yo olvidé qué se sentía pertenecer a una familia que me amaba. tan perdida en esa vida que conocía como triste, tan ignorante y tan malagradecida sin saberlo siquiera. lo único que entendía es que, a menos de que me lo pidiese, no podía dejarla sola.
─Shuhua, tú no entiendes qué significa estar sola en el mundo.
y bien que lo sabría en unos años más. pero en el momento, su sufrimiento era sagrado porque era desconocido, porque era puro y genuino. porque era suyo.
como un credo antes de irme a la cama, me repetía un par de palabras heladas. no merecía tener a Soojin a mi lado, por lo tanto, tendría que dejar todo lo demás para volverme mejor, merecedora de su tiempo.
no necesitas la escuela, amigas o vida personal cuando todo el futuro al que aspiras está entre diez dedos huesudos que lo aprietan como si de eso dependiese su existencia.
sin ella, yo no era nada. ah, qué cosa más vacía que una existencia sin sus palabras hirientes y su nariz arrugándose de disgusto frente a la ignorancia, la falta de sensibilidad del resto. el mundo es tan banal, tan pueril, y ella pura como agua de cascada fresca en la mañana.
un día o quizás el anterior decidí mirarme al espejo y encontrarme con la muchacha que mis ojos reflejaban. ahí estaba yo y ahí el reflejo devolvía un agujero negro. no hay nada tras estos pómulos sin rubor, un par de mechones negros intentando surcar la frente llena de nubes. no soy fea, no soy extraña. simplemente me encuentro inconexa de la realidad, como un apéndice de un libro que en verdad no tiene nada que ver con la historia. mis palabras se volvían confusas y las páginas difíciles de hojear. no hay nada que leer, ni lienzo que pintar.
desaparecí mucho antes de haber existido en el rigor de la palabra. qué sería del mundo cuando Soojin decidiera marcharse, esa es una historia que me daba un tanto igual. ella marcaba el antes y el después, pero qué pronto ella misma se volvió el límite antes del tártaro.
ya no me conocía. Yuqi eventualmente, también dejó de intentar acercarse. ¿tan inalcanzable me volví? quizás tan repulsiva que ni mi propia madre me daría besos en la frente otra vez. tan, tan lejos.
pero al mismo tiempo me sentía tan bien. mi esencia era mi amor por Soojin, y eso me volvía, de cierta forma, parte de ella. parte del ser más valioso de la tierra y los rincones siderales que la rodean. podría haberme muerto mirándola a los ojos, diciéndole que Baudelaire nunca mintió cuando hablaba de la Voz, que ella era la flor maldita que andaba buscando sin tener claridad al respecto. los poetas antiguos no mentían sobre los paraísos artificiales que nos armamos acostadas de espaldas en su cama, mirando el techo y fumando para sentirnos tóxicas.
esta fue mi realidad, la nuestra, o al menos yo lo pensé de ese modo. así funcionábamos, ella consumiendo y yo siempre buscando lo poco que podía dar de mí. sabía que ella encontraría un recipiente más bello y más grande en donde verter sus pocas ganas de vivir, pero sus palabras nunca fueron verdaderas acciones para mí. podía hacerme llorar si quisiera y me daba igual. podía llamarme con el nombre que mejor le pareciera, qué más daría la cédula de identidad si la única verdad en la que me veía dispuesta a habitar era la descrita por sus labios mortales. nunca sabré por qué no se me ocurrió que un día, de tanto idealizar el suicidio, intentaría hacerlo parte de su historia.
esa frágil mentira en el vaso de vodka haciendo bajar las pastillas por su garganta, ¿sería intencionada? ¿se sentía ella capaz de abandonar un mundo que sólo existía porque ella lo llenaba? o quizás sólo quiso matar un diminuto trozo de su alma sucia para seguir purificándose, si el vómito de estrellas ya no le hacía sentir tan limpia.
esa fue la primera vez que tomé su mano en una sala de hospital, sin embargo, no sería la última. ese fue también el momento exacto en el que Yeh Shuhua se perdió por siempre.
그물.
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❛ 𝗿𝗲𝗱𝘀 ❜ 𝘴𝘰𝘰𝘴𝘩𝘶
Fanfiction그물 ── she said "I need a bit of warmth, so I can use the reds to fight my blues. " ❀ 𝐚𝐝𝐚𝐩𝐭𝐚𝐭𝐢𝐨𝐧 ── 𝐬𝐬𝐚𝐧𝐡𝐚𝐲𝐞𝐨𝐛