그물5

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lo conoció en una fiesta enorme, organizada por uno de sus muchos amigos mayores

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lo conoció en una fiesta enorme, organizada por uno de sus muchos amigos mayores. desde que cumplió los dieciséis años en adelante, decidió que James Dean tenía una gran filosofía y que ahora, con diecisiete y unos tres intentos de suicidio, estaba en su derecho pleno de poner sus venenos en la cama del hombre que escogiera.

había crecido, sí, pero aún era la misma. podías notarlo incluso tras sus caderas ahora redondeadas, justo en el inicio de la curva de sus pechos estaba marcada la ironía. era la misma trampa mortal.

lo que no estaba en sus planes era enamorarse de la única persona capaz de asesinar a más que ella misma.

al principio era un juego. como quienes compiten por cuántas pieles de leopardo arrancan, ellos competían mirándose a los ojos, por quién caería primero. y vaya, por primera vez en su vida, Soojin perdió.

él tenía veinticinco años. no era demasiado alto ni demasiado apuesto. se vestía de negro y fumaba cigarrillos caros, conducía una camioneta de segunda mano llena de marcas de choques menores. en su juventud, habría bebido en la vía pública o robado una cerveza de un supermercado pequeño. su expediente judicial no tendría más largo que el de cualquiera de su círculo de camaradas, pero era tan distinto a ellos.

durante más tiempo del que nos gustaría admitir, ha habido mujeres desplomadas en el suelo. ha habido mujeres golpeadas, usadas, violadas, asesinadas. y como si nuestros rostros se repitiesen, los de ellos también seguían sus propios patrones. al principio no lo notas, y dices que ver a las mujeres como objeto sexual está lejos de sentirte capaz de tomar la vida de una de ellas. piensas que no porque se acueste con tres chicas diferentes cada semana, se transforma automáticamente en una mala persona. y tienes razón.

pero yo veía sus ojos, de la misma forma en los que analizaba los de otros.

mientras él quería tomarlas a todas, Soojin esperaría tomando mi mano, enterrando sus uñas largas en su brazo que más bien parecía un tallo de bambú. y entre sollozos y sorbos de ron barato, me confesaría que le ama como jamás ha amado a nadie.

─va a matarme y ni siquiera me siento mal por ello.

princesa de ojos cerrados, cuánto odié que tuvieras razón. te imaginé en un futuro, rendida, y te vi tan vívidamente. habrías hecho cualquier cosa por él. incluso si no lo dijeses abiertamente, le amabas como nunca me amaste y como nunca te amaste a ti misma.

podía verlos besarse entre líneas infinitas de cocaína, y siempre estaría allí esperando el momento exacto en que las cosas iban a quebrarse. mi abuela sentía esas cosas en sus huesos, yo las percibía en la nuca. los vellos se me erizaban al encontrarme con sus ojos bien abiertos, quizás de miedo o quizás de euforia pura. Soojin estaba trazando su propio final con dedos ágiles que hacen lo que les mandan.

quise decirle tantas cosas y sin embargo jamás pronuncié queja alguna. me pedía que fuese a buscarla a algún callejón oscuro perdido en medio de Seúl, me decía con los párpados sin cerrar que una vez más tenía puños y botas de punta de metal sobre todo su cuerpo. lo explicaba sin llorar, como si le sucediese a otra persona que en su vida no ocupaba un papel fundamental.

quise decírselo a otras personas. pero nunca fui capaz de negarle algo a ella, que me suplicaba el silencio como única respuesta a nuestro problema, que era tan suyo como mío. nos estaba matando a las dos.

su cintura bordada en moratones era la prueba de su adicción a estar cerca de la muerte. a veces me susurraba otros poemas que había aprendido, poemas tristes de mujeres que vivían en sus propias jaulas de cristal. Soojin, ella había entrado en la suya por su propio pie. ¿acaso la volvía despreciable, menos víctima y más culpable?

su madre me miraba con la misma desesperación que había en mi espejo. nos preguntábamos sin hablar, qué haríamos para salvar a ese ángel auto destructivo que amenazaba con desaparecer. y ninguna tenía la respuesta, cuando se marchaba tomada de ese brazo ancho y masculino. donde los músculos laten vive la fuerza del primer golpe, el primero y todos los demás. de ser un juego en la cama se transformó en costumbre, pronto la asfixiaba tan lejos de las sábanas que el fantasma de esos orgasmos medio rasgados comenzaba a marcharse.

me contaba también sobre las veces en que tenían encuentros sexuales. los llamaba de ese modo, lo más frío posible, porque cada una de sus terminales nerviosas prefería dormir cuando aquello sucedía. que era brusco, que era sucio. que jamás la había llevado a la cima, pero sí que la había hecho sangrar.

yo observaba sus labios rojos y me preguntaba si un día iba a ser capaz de hacerla temblar y deshacerse en respiraciones cortadas mientras alcanzaba las nubes con las suaves, suaves yemas de sus dedos. claro, la imagen se esfumaba devorada por el miedo, y sólo la abrazaba.

aunque dijera que odiaba ser tocada de ese modo, poco a poco dejó de quejarse. no recuerdo demasiados abrazos correspondidos de su parte, pero sí conservo uno de los últimos, en donde se dejó caer como pluma que la lleva el viento, llorando sin atadura alguna mientras repetía su nombre y se frotaba toda la piel ardiente. y se desnudó frente a mis ojos, y me preguntó si aún me parecía hermosa.

mis ojos descendían por esa maraña de rasguñones, lagos violáceos, cortes y el estómago más hundido que vi alguna vez, porque delgada era etérea y porque así dolían menos las rodillas huesudas en sus entrañas. la vi a dos pasos de la muerte y decidí que siempre la amaría, se lo repetí mientras la envolvía en mantas y besos desesperados por su cabello sucio. luego la recosté en la cama de mi habitación y dejé que sus lágrimas ahogaran todas mis ganas de vivir. esperé a que me pidiese un verso y se lo regalé antes de que terminara de formular sus palabras.

la mujer se perfecciona. su cuerpo muerto luce la sonrisa del logro, la ilusión de una necesidad griega. fluyen los pliegues de su toga, sus pies descalzos parecen estar diciendo, "hemos llegado tan lejos, esto se ha acabado. "

그물

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그물.

❛ 𝗿𝗲𝗱𝘀 ❜ 𝘴𝘰𝘰𝘴𝘩𝘶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora