Round 3.

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La semana acabó, como de costumbre Matías siguió dejando mensajes en los puestos. Ya no era fácil, que mis compañeros no se dieran cuenta que en efecto los mensajes eran para mi.

El miércoles me dejó en el puesto "te veías linda en uniforme, Enana" asi sucesivamente dejaba mensajes.

Llegó el sábado, lo vería otra vez.

-Buenos días chicos. - llegue donde estaban los de banda -¿ han visto al entrenador? - intente hablar sin ver directamente a Matías.

-Hola. No, no lo hemos visto. ¿Será que se le hizo tarde? - respondió Alexander.

-Ok, voy con las chicas. - me aleje. Sentí unos pasos detrás mío.

-¿Ese es el modo de saludarme? - Matías como era de esperarse - claro, como no soy el Musculitos de tu clase, no hay abrazo para mi. -

Reí en mi mente.

-El Musculitos, se llama Sergio, y¿por qué lo dices en ese tono? - intenté no sonar burlona, pero no tuve mucho éxito.

-No, por nada. - se adelantó y freno en frente mío. - A ver quiero mi abrazo y respectivo beso. - abrió los brazos.

Qué engreído es. Lo abrace y me estire para darle un beso en la mejilla.
Él movió la cara, pero fui más rápida yo.

-¿A que juegas ?- dije un poco molesta.

-¿Hize algo malo? - una sonrisa descarada broto de su cara; antes de poder siquiera responder, se acercó a mi oído y susurro- No, no lo creo. -

Matías se apartó de mí, y caminó rumbo a donde estaban sus amigos.
El tan campante y yo tenía el corazón a diez mil revoluciones, aunque no podía verme estaba completamente que mis mejillas estaban tan rojas como tomates.

Respire y caí en cuenta que todos tanto sus amigos como mis compañeros habían visto nuestra escena, quería desaparecer de ahí.

-Hola Jess, ¿y el entrenador?- dije restándole importancia a las miradas que recaigan en mi.

-Hola, no sabemos nada. Y es muy raro. El nunca llega tarde-

-Pues qué más da, esperemos a ver si llega. - poco a poco se disolvió la tensión que había en el aire.

El entrenador nunca llegó, al parecer había estado un poco enfermo la noche anterior. Pero eso no lo supimos hasta muy tarde.
Para distraernos comenzamos a jugar fútbol ambos grupos banda-porras.

-Permiso, permiso. Si no van a jugar bien, dejen jugar. - dijo Alexander en un tono gracioso - las mujeres y el fútbol no van de la mano. -

Katia rápidamente se adelantó y le quito el balón a Alexander.

-Permiso, si no vas a jugar mejor siéntate -dijo Katia con una sonrisa inmensa en su cara. Katia lanzo el balon a mi dirección y como acto reflejo lo patee de manera que quedara dentro de la red.

-Goooooollll- grite.

-Sin humillar, por favor.- dijo Peter.

-Que cosas, como que las mujeres y el fútbol si van ¿No..?- dijo Jess en la forma más sarcástica que pudo.

Acabamos el juego y nos alistamos para ir a casa, estaba alistando mi maleta no encontrada los audífonos; alze la mirada y como atracción magnética mi mirada no paró hasta que encontró la de Matías, hice un movimiento fallido de subir la ceja.

Tome mi maleta y me encamine a la salida. Allí estaba otra vez esas pisadas detrás mío, acelere el paso y Él en tres pasos ya estaba a mi lado

VICIO INTERMINABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora