𝘤𝘶𝘢𝘵𝘳𝘰

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No, no safamos ni mierda. Revisaron, como nunca, revisaron.

No había fuga, no había motivo para no seguir con el castigo. ¡Ay, paren! No había alumnos tampoco.

Valentín, la santísima concha que te parió.

Llamaron a mi mamá, casi me meten una sanción, un re quilombo.
No me acerco a Valentín desde ese día, además de que mi vieja se enteró que el castigo era con él ¿Para qué?.

Creo que los problemas que se me hicieron en casa, fueron todavía más fuertes que los del colegio. No es que mi mamá sea mala, sólo que le gusta tener todo controlado, quiere un buen futuro para mí, un buen chico, una buena vida. Que sé yo, la cosa es que me súper castigó.

— Eu bobo, te quedaste re tildado. —

— Mauro dijo que si no se te iba lo pelotudo, cuando volvía de intentar chamuyarse a Iara, te metía un cofi. — Avisó ahora Manuel.

Y es que mis días en el cole, además de romperme el orto sacando todo diez, ahora se basan únicamente en esto. Quedarme como un pelotudo, pensando en el bardo que me metí.

Aunque me cueste admitirlo, fue la aventura más grande que tuve. Y todo gracias a Valen.
Y como si lo invocara, aparece Valentín. Alado de Mauro.

Valentín-Mauro.

Mierda.

Una ronda se empezó a formar, y ahí nomás nosotros nos levantamos y fuimos. Mauro le tiene mucha bronca, y a Valentín le chupaba un huevo. No le da bola nunca.
¿Lo que más le molesta a Mauro? Que lo ignoren.

— Eh mirá gato, no te pego nomás porque tengo el panchito. — Empezó Mau, mientras comía.

— Contéstame gil, ¿O te comió la lengua el ratón?. — Siguió.

— La rubia me la come. — Y sonrió sin mostrar sus dientes. ¿Qué mierda haces, Valentín?.

— Uh amigo, sos re bobo. A mí las pibas me van y me vienen, ¿Sabes qué me jode? Que la metas cuando a ella ni le gustas. —

— ¿Y al hermano?. —

Nadie entendió nada, pero ahí nomás Mauro le metió una re piña, y Valentín se la devolvió todavía peor.

Rápido nos metimos para agarrar a Mauro, pero en eso Valentín se estaba acercando otra vez para pegarle.
Así que sin pensarlo mucho, solté a Mauro, y fuí a agarrar a Valen.

Era imposible que lo pudiera parar, si para tener a Mauro se necesitaban por lo menos dos; Para parar a Valentín, necesitamos cinco.
Pero no.

A penas me tiré arriba de él para que no le pegue, se quedó quieto. Como sorprendido, no sé.

Estaba seguro de que cuando se le pase, me alejaba y me comía una piña. Así que rápido lo miré, a ver qué onda; Pero cuando vió que era yo, me agarró la mano y empezó a correr.
Como la vez pasada.

Paró cuando ya estábamos atrás del colegio, y me miró.

— Tas re loco, eso de venir a abrazarme al frente de todos. — Sonrió.

— Le ibas a pegar a Mauro. — Le aclaré

— Chamuyo eso. Lo que vos querías era tenerme cerca, si no me hablas desde el castigo. Ni me miras ya. —

— Mi mamá no me deja. — Y no, no puedo dejar de ser tan pelotudo.

Valentín se empezó a cagar de la risa, y yo no daba más de vergüenza. Para colmo me pongo colorado, ¿Sos bobo, Daniel?.

— Dale negri, nos estamos viendo. — Rió.
Y se fue. Tal y como lo hizo la última vez que estuvimos acá.

Y es que a pesar del quilombo que tengo en mi casa, y los juramentos que le hice a mi vieja, con Valentín Oliva, no puedo.

Admito que quiero volverlo a ver.

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poco relleno, por suerte

𝔓𝔯𝔢𝔰𝔦𝔢𝔫𝔱𝔬 ; wosaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora