3 - Su regreso

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—Senku, ¿es la niña qué siempre espera en el mismo lugar, verdad? —preguntó el grandulon

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—Senku, ¿es la niña qué siempre espera en el mismo lugar, verdad? —preguntó el grandulon.

Este volteo a verla; ella volvió en el mismo lugar de siempre, al parecer acaba de llegar, esperando algo que no pasara.

—Si... —Murmuró dejando sus párpados superiores levemente caídos.

—Esto es extraño, jamás veo que alguien llega, solo está ella sola —comentó muy pensativo, no podía hacer la vista gorda esta vez.

Senku lo miro de reojo para volver a fijarse en ella.

—Lo sé, grandulon. Hay algo que debo contarte —dijo captando la atención de este— ayer hable con ella y supe lo que realmente sucede.

—¿¡Enserio!? ¡Dilo! Apretó los puños contra su pecho esperando respuesta.

—No hables tan fuerte. Bien, ella espera a su madre... quien la dejó hace un mes allí, claramente la abandono y ahora está en un internado —explicó soltando un suspiro— la dejan salir para esperar en aquel lugar, posiblemente porque ella insiste. De hoy en adelante noso...-

—¡Seremos sus amigos! —interrumpió con una mirada sería y llena de lastima, sus ojos lagrimeabanla ayudaremos a superar su trauma.

El idiota estaba a punto de estallar en lastimas, pero era de admitir que hasta él quiso llorar al principio, después de todo... esa niña sufría sin darse cuenta.

—Eso mismo iba a decir idiota, ahora vamos para invitarla a hacer un experimento. —sonrió de lado mientras apuntaba con su pulgar hacia la azabache.

Asintió con motivación y ambos caminaron hacia ella, quien seguía con la mirada perdida en ese camino vacío.
Tras detenerse ambos a su lado, el rubio de puntas verdes fue el primero en comenzar.

—Hola... —llegó a decir logrando que volteé a verlos curiosa.

—Oh, Senku, me alegra verte —sonrió gentilmente desviando la mirada al castaño— ¿él es tu amigo?

—¡Hola, un gusto soy Taiju Oki! —se presentó— ¿cómo te llamas?

Ahí el de ojos carmesí se golpeo internamente al darse cuenta de que olvido decirle que no tenía nombre ni apellido.

—Un gusto conocerte Taiju, no tengo un nombre por el cual llamarme. —respondió con serenidad.

Ahora si, el Grandulon volteo con lágrimas en sus ojos, tapando su boca con una mano. Mientras que la niña miraba curiosa y confusa por el repentino acto del castaño. Senku decidió suspirar para luego dar un paso hacia delante.

—Oye ¿quieres venir otra vez con nosotros?

La peli-negra quedó unos segundos en silencio y luego asintió ante su invitación. Taiju se puso detrás para mover la silla de ruedas.
Era extraño ese sentimiento que comenzaba a sentir... le provocaba calidez, esos dos hacían que se sienta protegida. Tal vez no importaría estar en otro lado, después de todo ella aun seguía sin aceptar que su madre jamás volverá.

Ya en el lugar donde siempre suelen estar esos dos niños, se detuvieron y miraron a la niña de ojos carmesí.
Parecían pensativos o prácticamente Senku lo estaba.

—Si no tienes nombre... entonces te pondremos uno —comentó seriamente— para poder llamarte de una manera más fácil.

—¡Buena idea Senku! ¿qué nombre será?

—Mhm, no lo sé... uno que quede bien con ella

Ambos pensaban mientras ella los miraba, ¿un nombre? ¿realmente iban a hacerlo...? parecía sentir un toque de emoción ante la idea de tener nombre.

—Tus ojos son de un color carmesí —murmuro pensativo mirando los ojos de esta.

—¡Oh! y parecen una hermosa gema —aclaro el castaño mirando al otro.

—Lo tengo... tu nombre será, Ruby.

Esa palabra lleno de alegría su corazón, un bello nombre...

—Es genial Senku, como esa gema Roja, ¿Qué te parece el nombre? —pregunto mirando a la niña.

Estaba sorprendida, hasta que dibujo esa linda y pequeña sonrisa que suele hacer, pero emanaba una gran alegría, sintiendo calidez.

—Si... Me encanta, Ruby, será mi nombre.

Ambos sonrieron y prosiguieron con el experimento, le enseñaban algunas cosas a la niña, ella prestaba atención y comenzaba a hacer preguntas, teniendo un poco de confianza.

—Oye Ruby, ¿tienes amigos donde estas ahora? —pregunto curioso el Grandulon, intentando saber más de ella al ver que parecía costarle tomar confianza.

—¿Uh? la verdad hay niños ahí pero cuando trato de hablar con ellos, solo dicen algunas cosas y se van a jugar entre ellos —respondió con simpleza.

—¿Cómo qué? —Sus orbes café miraban con atención mientras movía algunas cosas pesadas.

—Pues, dicen cosas como "Si no puedes correr como nosotros entonces no sirves de nada" Luego se ríen y siguen con su juego —sonrió gentilmente al recordar—. No sé qué hice pero me alegro hacerlos reír, ¿eso es ser amigos?, además, tienen razón, no puedo hacer mucho.

Esa inocencia tan grande que tenía era única... sentían lastima y rabia por quienes se burlan así de ella. Senku negó con la cabeza y miro fijamente a esta.

—Nosotros seremos tus amigos Ruby, te protegeremos de malas personas como esas y haremos que estés feliz cada día. —Comentó mientras le extendía un destornillador—. Además, el no poder caminar no te impide ayudar o ser de utilidad.

—¡Así es ¡ ¡yo y Senku seremos tus mejores amigos!

Por primera vez escucho las palabras que jamás creyó escuchar, y eso la hizo sentirse feliz. Muy feliz.

El antiguo separador

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El nombre me gusto y quedaba con sus ojos

Pasos de alegría [Senku Ishigami] (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora