(Noche de viernes hacia sábado)
En un rincón apartado del rural vigués, Naiara y Ovidio se bajan del coche del segundo a tener un encuentro con un hombre misterioso que les observa llegar apurando las ultimas caladas de un cigarro más que gastado, apenas se ve su rostro pero despide una energía negativa palpable pues todo se pudre con su presencia, cada miembro de la pareja se sienta a cada lado de este tipo y ni siquiera les mira, permanece impasible mirando hacia el frente, les dice
-La diosa está despertando, tiene que morir, no se ha reencarnado para ser modelo y diseñadora sino para destruirnos, no sabéis lo peligrosa que puede ser esa puta, bueno tu quizás si Ovidio, en el pasado remoto te enamoraste de ella y le rompiste el corazón - Ovidio le contesta
-Eso fue pasado, ahora le soy su fiel servidor, Mi señor- el hombre observa de reojo a Nairara que contiene su furia recordando hechos que pasaron hace muchas, muchas vidas y le dice
-Tranquila, tu dominas a este traidor perdonado y sé que esa ira que contienes te puede servir para destruirla o ... acaso... ¿Tenéis miedo de peligrar estas vidas humanas que tenéis ahora? - Naiara dice
- ¡Me importa una mierda esta vida humana! La matare si es necesario – Ovidio dice sin ser preguntado
-Yo también hare lo que haga falta – el siniestro hombre dice
-Eso espero porque serán dos asesinatos, tu hermana en esta reencarnación forzada también debe morir, quizá no tenga tanto poder como la otra, pero también es peligrosa y recién están descubriendo sus poderes, si llegan a más comenzaremos a tener problemas reales y no podemos llegar a eso ¿lo entendeis?
-Lo entendemos- contestaron al unisonó, aunque en el rostro de Ovidio se podía contemplar que su corazón sentía que aquella causa por la que se había vuelto a hacer humano ya no le satisfacía como cuando vio sumergirse la Atlántida debajo de sus pies...