Pizarra Limpia
Se sentaron juntos en la parte superior del Templo, el cielo brillaba con un naranja intenso mientras el sol se hundía en el horizonte.
Steven parecía renovado y descansado, después de meses de distancia de Homeworld y los Diamantes, lejos de todo lo que intentaba obligarlo a ser alguien que no era. En la Tierra, él era Steven. Y él era un líder por derecho propio, pasando sus días ayudando en Little Homeworld cuando no estaba trabajando en Big Donut o simplemente relajándose con sus amigos.
Sus amigos.
Spinel hizo todo lo posible por no mirarlos con envidia. Fue muy fácil para ellos. Ni siquiera tuvieron que intentar que él los amara. El solo lo hizo. A menudo se preguntaba cuál era el secreto. De nuevo ... La última vez que estuvo en la Tierra, realmente no había tratado de ser muy buena amiga. Odiaba ver a todos apenas estremecerse ese mismo día cuando entró en Little Homeworld, incluso cuando no se mostraba amenazadora. Ella había hecho todo lo posible para mantener la calma, para dar un buen espectáculo si nada más. Ella había venido para mejorar las cosas. Porque si bien los Diamantes eran exactamente la segunda oportunidad que necesitaba, todavía quedaba un agujero doloroso en su corazón. Era más suave que la rabia y el dolor que Pink la había dejado. Era una punzada de anhelo melancólico, y tal vez algo de soledad restante, todo unido con un bonito arco de culpa. Pero luego se había desmoronado cuando Steven parecía tan serio para verla allí como los demás. Habían hablado antes por los comunicadores, pero se trataba principalmente de interacciones educadas. Parecía que era más fácil para ellos cuando estaba en Homeworld y no en la Tierra.
Se preguntó de qué se trataba Steven. No le importó nada cuando escuchó por primera vez su mensaje al universo. Ella quería que se fuera. Espere. ¿Estuvo bien eso? No, ella lo quería miserable. Miserable con ella. Solo ella. El con ella.
¿Lo estaba recordando bien? Era difícil distinguir sus viejas motivaciones con las nuevas ahora que todo había cambiado tanto. Todo había cambiado en la Tierra. Solo esperaba poder seguir el ritmo.
Así que finalmente trató de poner en palabras todos sus pensamientos enredados, con las piernas pegadas al pecho. "Todavía quiero ser tu amigo ... No sé por qué ... Me siento horrible cada vez que pienso en ti. ¿No es gracioso? Ella dijo, mostrando una sonrisa torcida en su rostro como si realmente fuera un remate.
Steven no se rio.
Simplemente comenzó a parecer cansado de nuevo. Y Spinel quería arrancarle el pelo. "Sé que es difícil, pero no soy mi madre". Dijo, mirando hacia otro lado.
"Nunca pensé que eras". Ella fue rápida en responder.
“Su gema es mía ahora. Eso es todo lo que importa ... ”Murmuró, su mano cayó sobre su ombligo donde residía el diamante rosa en cuestión. “Pero eres libre. Puedes ir a donde quieras, ¿sabes? Quiero que sepas que." Añadió, sonriendo a través de su cansancio.
Spinel supuso que era muy común que las gemas tuvieran problemas para entender el concepto de Steven y Pink como dos seres separados. Y luego fue aún más difícil superar los instintos cincelados en sus propias facetas, las que les decían que sirvieran y adoraran sus Diamantes. Pero la Espinela que había adorado a cada paso de Pink ya se había ido.
"No me importa tu joya". Dijo, con un gruñido demasiado en su voz de lo que había querido.
Steven parpadeó sorprendido, su sonrisa desapareció. Era extraño verlo más vulnerable, las capas de su confianza derribadas por un momento. Le sorprendió en ese momento cómo las gemas lo veían era más importante para él de lo que dejaba ver.
