Un ligero olor a humo despertó sus sentidos provocando que sus ojos se abrieran en respuesta. Seguramente se les había salido de las manos tanto a Fargan como a él la explosión de tantas dinamitas. Cuando se puso de pie para evaluar los daños, se dio cuenta de que aquel olor realmente pertenecía a una fogata ya extinta. Se encontraba en la casa de Rubius de eso no tenía ninguna duda, podía distinguir el muelle, la pequeña zona para acampar e incluso la figura rata-trampa que él mismo había construido para el rubio. Lo que no lograba entender era cómo había llegado hasta ahí, no recordaba haber bebido con Fargan, incluso sospechaba que no tenía en su mochila nada del vinito barato de Luzu. Muy cerca de él distinguió a Mangel y Alexby, dedujo que éstos se encontraban seguramente en una especie de fiesta junto a su amigo Rubius, pero no lograba ver al dueño de la casa por ningún lado. Se acercó para despertar a los otros dos muchachos. Y en el camino vio la máscara que solía llevar Rubius, la recogió y se la llevó por el momento consigo.
–Minas, más minas, el paraíso de las minas –repetía entre sueños el más alto mientras una ligera baba mojaba sus labios.
–Vamos Mangel despierta –le gritó al mismo tiempo que movía a Alexby que no parecía querer despertar.
Sus esfuerzos eran inútiles, así que perdiendo la paciencia Willy llenó un cubo con agua y dejó caer su contenido sobre ambos. Al instante abrieron los ojos y sus cuerpos se sacudieron por la repentina invasión de frío.
–¡Ah Annabelle no te lleves mis minas! –el mayor miró despistadamente hacia ambos lados tratando de enfocar todo lo que lo rodeaba–. Willy, dónde estás Willy.
–Aquí Mangel junto a Alexby.
–¿Rubius?
–No sé dónde se encuentra Rubius, pensé que tú lo sabrías Mangel.
–¿Rubius? Te sientes bien –preguntó trantando de bromear, aunque cierto nerviosismo invadía su voz–. Pasar demasiado tiempo con Vegetta está comenzando a afectarte compañero.
Esa frase lo tomó por sorpresa, él era consciente de que últimamente esos dos pasaban demasiado tiempo juntos. A pesar de no querer tener ese sentimiento no pudo evitar molestarse, aunque no lo reconociera ante otros.
–¿A quién le dices Rubius? –lo miró con dureza.
–A ti obviamente osito –pronunció por primera vez el menor, que se encontraba aún sostenido por Willy, quien trataba de ayudarlo a ponerse en pie.
–Pero qué leches les pasa a ustedes dos, se que son raritos, pero hoy están exagerando –cada vez más enojado se separó de Alexby.
–Eh sin ofender Rubius, no olvides que estás ante dos agentes de la ley.
–Mangel si no vas a ser de ayuda vete a molestar a Lolito.
–Pero si yo no he hecho nada, apenas desperté.
–Le hablo a Mangel –dijo el rubio señalandolo acusatoriamente–. No a ti Alexby
–¡Yo soy Fargan!
–¡Y yo el verdadero Mangel! Por qué él luce como yo.
-¡Y yo Merlon si a esas vamos! –contestó bastante molesto el rubio–. De acuerdo si en verdad eres Fargan dime cuál es el verdadero nombre de Sicario.
–¡Fácil! Se llama dinnerbone con "d" minúscula –respondió con gran confianza cuando su cerebro captó que el único que podría saber la verdadera respuesta era su principal hermano oscuro–. Wi...¿Willy?
–Pero Fargan compañero, por qué luces como Mangel –exclamó al mismo tiempo que se dirigía a lado de su amigo.
–Y por qué tú como Rubius.
–Y por qué son de pronto tan altos –dijo el menor acercándose ya que se sentía bastante ignorado–. ¡Hey haganme caso! Yo cómo quién luzco.
–Cállate Alexby –dijeron al mismo tiempo.
–Ahora entiendo como se ve el mundo desde su altura –comentó con bastante burla, al parecer era el menos preocupado por la situación–. Debo ir hasta donde está mi niña para asustarlo.
–No es momento para bromas Mangel, por alguna razón Fargan está en tu cuerpo, tú en el de Alexby y yo en el de Rubius –sabía que Mangel no lo exasperaba a propósito, pero en estos momentos necesitaban muchas respuestas, por lo que propuso lo siguiente–. Lo mejor que podemos hacer es buscar a Merlon o a alguien en el pueblo que nos ayude a regresar a nuestros cuerpos.
Los tres estuvieron de acuerdo en que aquel plan era el mejor y emprendieron su camino hacia el centro del pueblo sin ser siquiera conscientes de que sus otros compañeros se dirigían al mismo punto de encuentro y con los mismo problemas.
ESTÁS LEYENDO
Castigo divino en Karmaland
FanfictionRecientemente lo único que reinaba en Karmaland era el caos. Los Dioses hartos de la situación deciden intervenir lanzando una maldición sobre los ciudadanos. Qué les esperará a los karmalienses cuando al despertar noten que ya no son ellos mismos...