Parte 7: Come On, Let's Go

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Al fin había llegado el día tan esperado por muchos, el día en el que Itsuka Shidou perdería a su harén de chicas preciosas y hermosas que lo hacían ver no como un Don Juan, sino como el Don Juan de Raizen, pero como eso está pasado de moda, era un rey entre hombres, y un demonio para las mujeres del que se debía tener cuidado, de ahí que sea un "Rey Demonio".

¿Cómo era posible? ¿Acaso se había conseguido un harén mucho mejor que el actual? ¿Es que no tenía algo de corazón este muchacho o es que había enloquecido ya? Oh, si sus compañeros de clase lo supieran, se volverían paparazis compulsivos, por supuesto.

Pero todas esas cosas serían rumores que, obviamente, podrían creerse y sumaría una leyenda más hacia el nombre de Itsuka Shidou, el Rey Demonio de Raizen.

Esto claro, si es que se fuera a saber, puesto que las únicas que sabían que el muchacho había perdido muchos de sus recuerdos eran Kotori y Reine, quienes ya se habían adelantado dos pasos a este problema y sabían cómo remediarlo.

Sin embargo, cuando se lo explicó a las demás chicas, incluyendo a Tohka que había estado desaparecida para irse a llorar al baño en cuanto amaneció, no pudieron hacer más que sorprenderse.

—¿¡Qué?! —Tohka fue la primera en alzar la voz con justa razón, había pasado de la desesperación a la preocupación total—. ¿¡Y ahora qué vamos a hacer, Kotori?!

—N-Nushi-sama... se ha olvidado... ¿de Muku...? —Mukuro no podía asimilar del todo esas palabras, aunque había cambiado un poco para bien, esto era una prueba de su propio veneno del pasado; el karma.

«S-Shidou... no, esto otra vez... Shidou...» Kanade agachó la cabeza y sintió como algo dentro de su pecho estaba siendo aplastado, por lo mismo, a punto de ser destruido, por lo que las ganas de llorar fueron altas.

—S-Shidou-san...

—No creo que hayas venido aquí sin un plan, Kotori-san, no es tu estilo dar las malas noticias sin tener una buena noticia, ¿cierto? —preguntó Kurumi, parece que era la que más altas tenía las esperanzas, tal vez porque Shidou jamás le abandonó, sin importar nada.

—Así es, ¡no deben de llorar! Hay un método para que él nos recuerde, en realidad, no nos ha olvidado, ¡esos recuerdos siguen dentro de él! Y lo más importante de todo, ¡no olviden lo importantes que somos para Shidou, todas nosotras! —dijo con la convicción de un general a punto de abrir fuego, estando en la primera línea de batalla, inspirando a todas—. ¡Así que quiten esa mirada de sus caras!

La voz de Kotori fue fuerte y su pequeño discurso rebotó en la zona de cuarentena, penetrando en sus mentes y motivándolas a concentrarse en esto, ¿el objetivo? Shidou Itsuka y los atesorados recuerdos que tenía con cada una de ellas.

«Bien dicho, Kotori-san». Mana hizo una pequeña sonrisa mientras miraba como las chicas espíritu dejaban las lágrimas y se les notó una nueva mirada, una de determinación.

—Yo... ¡no quiero que Itsuka-kun olvide los momentos que hemos creado juntos! —dijo Origami, con el ceño levemente fruncido y miró directamente a los ojos rosados de Kotori—. No importa qué tenga que hacer, ¡haré lo que sea necesario!

—¡Estoy de acuerdo con Tobiichi Origami!

—¡Haré lo que sea por Shidou, Kotori! —dijo Kanade, con fuerzas renovadas, incluso si sus ojos estaban húmedos.

—Hmp, ¡como si fuéramos a dejar que el pacto se rompa, así como así! —gritó Kaguya, finalmente había soltado la mano de su hermana, quien se impresionó por eso.

«Asombro. Kaguya, eres tan genial». Yuzuru esbozó una sonrisa llena de sentimientos de esperanza y luego se paró a la par de su hermana.

—Apoyo. No dejaremos que Shidou olvide a las gemelas Yamai.

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