Hoy no era un buen día.
Luego de estar semanas enterrado en costosas sabanas, con ojeras debajo de los ojos, un humor para nada agradable (del que su madre tanto se quejaba) y lagrimas secas en sus mejillas, lo que menos quería era atender a un estúpido evento en el que su presencia era requerida. No era justo.
Recién había pasado un mes desde la última vez que se presentó delante de más personas que no fueran su madre o las que se encargaban de la limpieza del lugar, ni siquiera su padre se tomó la molestia de saber si seguía vivo debido a que estaba demasiado "ocupado". Estaba con el corazón roto, algo de preocupación de parte de alguien que no fuera su perro sería algo bueno.
Fue en ese momento que la puerta de su habitación fue tocada sutilmente, para que un «Adelante» fuera soltado de su parte, algo ronco y cansado, pero lo suficientemente fuerte para que la persona del otro lado lo escuchara y abriera la puerta lentamente. Lo primero que vio entrar fue al perro, el mismo que estuvo a su lado desde los ocho años, como su regalo de cumpleaños de parte de una amistad cercana de la familia.
El animal movía la cola con alegría, para luego no tardar en posicionar las dos patas delanteras al borde de su cama, y soltar unos ladridos. Con una sonrisa algo cansada acarició el rubio pelaje por detrás de las orejas, donde sabía que era el lugar preferido del ser para acariciar. Este se sumergió en su tacto, soltando sonidos de satisfacción sin dejar de mover la cola. Sí, estaba seguro de que el perro lo quería más que cualquier otra persona de este planeta.
—Muy buen día, su alteza —su mirada se fue a la señora mayor que acababa de entrar a la habitación con unas prendas de ropa en la mano y una cálida sonrisa en el rostro. Movió la cabeza como saludo, sin tener ganas de soltar alguna palabra; al igual que todas estas semanas —. Su majestad, La Reina, me pidió que viniera a entregarle las prendas para la celebración que se dará en el salón principal del castillo. También dice que espera que su presencia sea puntual, y ponga su mejor sonrisa. Esto es importante para ella y El Rey.
—Mi padre como siempre haciendo todo por sus "queridos amigos", hasta tontas celebraciones —soltó un bufido, para luego salir de las desordenadas sabanas y tomar las prendas que fueron dejadas al pie de la cama, no sin antes acariciar un poco más al perro que parecía aún más emocionado al verlo de pie —. ¿A qué se debe la de hoy? ¿Matrimonios? ¿Alianzas? ¿Otra tierra que ahora es de su propiedad?
—¿Ya lo olvidó, su alteza? —ladeó la cabeza ligeramente, ya mujer rió ligeramente —. Es el cumpleaños de su mejor amigo, El Rey-
—Maldición —dijo entre dientes. Esto tenía que ser una broma —. Mi padre solo tiene un mejor amigo, a la única persona que jamás traicionaría, creo que tengo claro de quién habla. Yo-... Necesito estar a solas. Dígale a mi madre que estaré abajo en unas horas.
—Como usted lo prefiera. Si no hay más en lo que pueda ayudarle, me retiraré, Príncipe Michael —esas fueron las últimas palabras de la mujer para luego salir la habitación junto con el perro, quien la seguía alegre, posiblemente mente sabiendo que venía el desayuno y tendría la oportunidad de robar un poco de las sobras. Su propio Perro Real, traicionándolo por la comida.
Salió de la bañera una hora más tarde, ya vestido con las prendas que su madre mandó a confeccionar especialmente para su persona. Unos pantalones de vestir negros, con unas botas aterciopeladas del mismo color y una camisa blanca; nunca fue admirador de esta clase de prendas, pero no podía negar que lo hacían ver más... de la realeza. Lo único que le quedó por ponerse fue el antifaz que descansaba en su cama. Su madre amaba las fiestas con temática.
Como único primogénito de la familia Clifford, todos los ojos de la comunidad estaban puestos sobre sí. Cada error que podría cometer, cada palabra soltada por sus labios y cada paso que daba; era completamente estresante. Estaba seguro de que jamás se acostumbraría a la presión que estaba sobre sus hombros gracias a eso.
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Some things are meant to be ❋ muke
FanfictionEl corazón de Michael estaba roto. La persona que prometió nunca lastimarlo lo hizo, y ya no parecía quedarle esperanza para luchar por alguien quien le causó dolor. La misma persona que solía llamar el amor de su vida, y creyó que su amor era tan f...