Una niña en mi puerta

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A poco de empezar a anochecer aún no se abrían las Gādianfurawā*, una especie de flor semejante a la dama de noche que guarda jardines mágicos de muggles. Funcionan como un cierre de seguridad y hace que si hay un muggle o intruso cerca la conexión al jardín desaparezca creándose una barrera que emula un jardín normal a simple vista e impide que nadie pase por ella desde ambos lados.

— ... ¿Qué pasa? - Se preguntó para sí aquel hombre de cabello canoso - Esto lleva así ya 10 minutos pero nadie parece estar fuera. A este paso mi hija tendrá que dormir en el jardín y aún está resfriada.

Y en un acto de valentía se aventuró fuera de la casa para comprobar que ningún transeúnte ebrio estuviera tratando de dormir en su entrada. Al asomarse por la puerta no vio a nadie. Miró al cielo y nada. - ¿Sentado bajo una ventana quizá? - Pensó. Hasta que notó que la puerta llegaba a su tope de apertura antes de lo debido.

— ¡Au! - Exclamó una voz dulce casi en un susurro. Era una niña poco mas baja que su hija, de largo cabello naranja con ondas naturales que traía un vestido de flores a media manga con sandalias de domingo. Estaba claramente apenada y temblaba debido a la lluvia que hasta hace nada no terminaba de escampar. Seguramente tratara de volver a casa de porche en porche o de resguardarse en su patio delantero cansada. Al ver que parecía necesitar ayuda entrecerró la puerta y poniéndose frente a ella le tendió su chal para que se secara un poco.

— Buenas tardes, pequeña. ¿Estar perdida? ¿Tú vives cerca? - Intentó explicarse lo mejor que pudo en inglés

— Bu- buenas. Eeeh... Vivo un poco lejos - Empezó a hacer señas para tratar de hacerse entender mejor - Me había perdido pero creo saber como regresar a casa. Aunque con la lluvia el camino está inundado. ¿Podría llamar desde su casa para que me recojan y usar su baño a poder ser?

— Lo lamento, no línea telefónica - Hizo una larga pausa debatiendo sobre qué hacer, y justo se le ocurrió algo a la vez que veía a la Gādianfurawā abrirse - Pero yo ir a pedir a señora de la tienda si poder abrir para tú llamar. Pasa mientras a la casa. Mi hija enseñará dirección del aseo

Entonces tras un gesto para que pasara la chica entró y en lo que aquel padre le tendía también un albornoz que había tras la puerta una densa melena castaña empezaba a asomar por el final del pasillo.
Kanojo o tasukete* - dijo muy casual mientras se apretaba su kimono para salir apresurado a la panadería del pueblo.

Cuando la puerta se cerró la pelirroja miró a la chica que ya debería estar a la vista, pero solo halló un ojo asomando junto con media melena que parecía casi volar sola del espesor. Al segundo de hacer contacto visual la castaña de un respingo corrió al otro extremo de la casa para estornudar, quitar todos las evidencias de magia de la zona, agarrar un pañuelo y volver a toda prisa hacia la entrada donde aún estaba estática mirando la invitada.

— Perdón. Estornudo fuerte - saludó con la cabeza

— Oh, no pasa nada. Yo a veces me golpeo con la silla. Jaja - Dijo risueña causando un sonrojo en la extranjera - Puedo... ¿Puedo ir al baño? Por cierto, yo soy Lily, ¿y tú?

— Jade

Entraron al baño y de una manera muy casual Lily se puso a orinar y se quedó mirando los jabones con forma de loto; a su vez, Jade observaba sus pies tímidamente. Al ver que no solo le daba igual hacer eso delante de ella sino que empezó a darle conversación sobre los jabones suspiró como para darse un empujoncito y comenzó a contarle que los hacía junto a su padre con hiervas provenientes de su país: Japón. Claro está obviando toda la parte donde recolectaban el 60% de su jardín semiflotante y otro 20% lo mandaban unos gremlins "de contrabando" desde japón por una Red Flu* alterna del subsuelo.
Seguido de eso y en lo que la conversación avanzaba hacia su amor por la pasta italiana y el queso, de una manera """para nada redirigida""" por miedo a que descubriera alguna de sus propiedades mágicas, alcanzó una toalla para secar el pelo a Lily. Ahí fue cuando observó por fin que la chica iba muy desabrigada para el clima de ese día. Iba a ofrecerle sentarse junto a la chimenea y alguna ropa suya cuando sonaron los bambúes de la entrada.

Joven Severus Snape x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora