Capitulo VIII "La Despedida"

42 3 4
                                    

Esa conversación me dejó mucho en qué pensar, pasaba todo el día pensando en esas palabras... lugar, hombres, destrucción, todo concordaba pero yo no quería pensar lo peor... derrepente un sonido muy fuerte se llevó mis pensamientos, mi padre afuera... ya había pasado 1 año desde aquella separación de mis padres que cambió el rumbo de mi vida, otro cambio más, me sentí triste, alegre, nerviosa, preocupada, todo en ese mismo instante, tenía miedo de volver a pasar por la misma depresión de la que con tanto esfuerzo había logrado salir... dejaría a mi "novio" (casi) a mis amigos, mi escuela, mi mamá, todo... y pasaría 1 año entero con mi papá, no digo que no lo extrañaba pero ya estaba acostumbrada a vivir con mamá, y tenía miedo de que todos esos demonios "temores" aturdieran de nuevo mi vida de una forma imparable...

Intenté tragarme mis pensamientos y mostrar mi mejor sonrisa a mi padre, mis amigos, mi "novio", mi madre, a todos, pero de todas formas la sala estaba llena de un ambiente de angustia, que solo irradiaba yo...

Allí estaban mis amigos, diciéndome que nuestra amistad iba a seguir igual, que esperarían a ésta loca de carretera todo el año con ansias, yo sonreía pero el nerviosismo me estaba matando, dije que subiría a mi cuarto porque necesitaba ir a mi lugar para sonreír, tenía que despedirme de mi amigo, de mi hogar, de mi salvación, al llegar a mi cuarto abrí la gabeta buscando la llave, hasta que escuché una voz que conosco diciéndome ¿Qué buscas? sentí sus manos sobre mi cintura, al voltearme vi el rostro más hermoso del mundo, sus ojos era como ver su alma tan pura, él abrazó mi cintura con sus brazos y me abrazó fuertemente colocando su cabeza en mi cuello por un largo tiempo, al mismo tiempo que me susurraba cuanto me amaba y que esperaría toda una vida si así yo lo quisiera, el abrazo más hermoso que había recibido en toda mi vida, éso me hizo sentir un escalofrío dentro de mí, no pude aguantar y dejé caer esa lágrima que aguantaba desde hace tanto tiempo...

Nos interrumpió el sonido del pito del carro de mi padre... sí, ya me tenía que ir, él levantó su rostro y me dio el beso más tierno y sincero que daría en toda su vida, mis mejillas se tornaron de un color rojizo debido a tan hermoso beso, pero no era momento para romanticismo, era el momento de irme... y eso hice.

Un lugar para sonreírDonde viven las historias. Descúbrelo ahora