SEGUNDO ACTO - PRIMER CUADRO (15 minutos)

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(El escenario es ahora un salón con cuatro amplios y robustos sillones dispuestos en pares confrontados un poco disparejos para no taparse unos a otros. Están sentados María, Joan y Pere).

MARÍA XIPAHUATZIN.

Querido Joan, ¿por qué te percibo tan nervioso?, es solo el esposo de mi hermana, ¿qué daño te puede hacer?.

JOAN GRAU.

Desde luego te digo que no es temor al daño que pueda hacerme, porque efectivamente no me puede hacer ninguno. Pero sí, estoy nervioso por su visita, sé que ..., algo me dice que esta reunión cambiará mi vida para siempre.

MARÍA XIPAHUATZIN.

(Haciendo gestos que evidencian su maliciosa interpretación del estado de ánimo de Joan) Has estado pensando en el apoyo que nos ofrece Francia, ¿no?. Pues no deberías, el Rey Francisco está dando palos de ciego al querer usarnos para atacar a su majestad el emperador Carlos, y lo que sea que esté planeando no es posible que haya hecho contacto con mi hermana. Don Pedro de Gallego seguramente trae de México-Tenochtitlan asuntos totalmente distintos a los del rey Francisco, así que no es válido que te angusties.

JOAN GRAU.

Lo que me preocupa es lo que nosotros tenemos que decirle a él, no lo que él nos vaya a decir.

MARÍA XIPAHUATZIN.

Entonces deja de preocuparte porque nosotros no le vamos a decir nada.

JOAN GRAU.

¿No?

MARÍA XIPAHUATZIN.

Definitivamente no, si el señor Philippe Vilar hace bien su trabajo, es él quien debe de buscar la forma de platicar con don Pedro Gallego, y si es tan inteligente como creo que es, deberá tratar de convencerlo de que nos convenza de lo ventajoso de su ofrecimiento.

Nosotros no debemos tocar el punto con don Pedro porque el solo mencionarlo significaría que lo estamos considerando, y eso ya sería una evidencia de traición. Sería un grave error colocarnos en una posición de dependencia de las buenas o malas intenciones de nadie.

JOAN GRAU.

En verdad me sorprende tu visión política querida, ¿aprendiste eso en la corte de tu padre?

MARÍA XIPAHUATZIN.

Algo pero no todo, porque él murió cuando yo era muy pequeña. Fue mi hermana Isabel la que hizo todo lo posible por enseñarme a no permitir que nadie me utilice en intrigas palaciegas. Me decía, "hermanita, ahora que viviremos en la derrota debes ser muy cuidadosa de tus palabras y actitudes, porque el favor del rey español nos será envidiado por la mayoría, y el miedo a lo que fuimos moverá lenguas y mentes para terminar con nuestra destrucción".

Así que recibiremos al esposo de mi hermana y estaremos atentos a sus comentarios e insinuaciones. Debemos aprovechar las circunstancias para aprender más de la audacia francesa y de donde está la lealtad de mi cuñado.

(Joan hace un gesto de asombro-miedo manteniendo el rostro al frente, abriendo desmesuradamente los ojos mientras los mueve para ver a su esposa de sesgo).

(Se escuchan ruidos de pasos, un guardia con peto de armadura azteca y casco español cruza las cortinas, y parándose rígido a un lado anuncia al personaje que guió hasta ahí.

GUARDIA.

(Con voz alta y clara) Don Pedro de Gallego, esposo y representante de su alteza Isabel Tecuichpo Ixcaxochitzin de Moctezuma.

(Pedro entra portando un legajo de unas seis hojas de papel de algodón y muestra inconformidad porque no fueran sus blasones los usados para su presentación, pero no comenta nada al respecto y cambia su expresión a una amplia sonrisa para dirigirse hacia María, la que sin perder la compostura se levanta presurosa y alegre para recibirlo con los brazos abiertos).

LA PRINCESA XIPAHUATZIN (Obra de teatro)Where stories live. Discover now