–No sabía que iba a ser una fiesta –dijo Anastasia, claramente molesta. Tal vez pensaba que quería seducirla, pero esa no era la intención de Christian. Solo esperaba que se relajase, tal vez lo suficiente como para mantener una conversación civilizada que no terminase con ella marchándose a su habitación. Pero verla así, con los rizos enmarcando su cara y esa camiseta mojada pegándose a su piel, le llenaba de todo tipo de ideas la cabeza.–¿Quieres que haga unos mojitos? –bromeó–. Puedo hacerlos, solo tienes que pedírmelo.
–No, muchas gracias. Este jacuzzi es maravilloso, pero no lo había visto nunca...
–Lo construí para mi madre, para ayudarla con su artritis.—Y su madre no lo había usado nunca, recordó Christian. Se había marchado del rancho antes de que estuviese terminado.
–¿Qué tal Teddy después del paseo? –le preguntó, para cambiar de tema–. ¿Lo ha pasado bien?
–No habla de otra cosa. De eso y del cachorro –respondió ella, apartándose el pelo de la cara.
Anastasia no lo sabía, pero sus pezones eran visibles bajo el bañador y Christian tuvo que apartar la mirada, aunque la erección debía notársele. Salvo por aquel beso en el coche, Christian había disimulado siempre lo que sentía. Pero estaba allí, cálida, sexy. Ya no era la novia de Elliot, pero seguía sin estar a su alcance y la ironía lo volvía loco. Christian masculló una palabrota. Si intentaba seducir a Anastasia corría el riesgo de que ella hiciese las maletas, pero en aquel momento era tan apetecible como un helado de tres pisos. Tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para no acercarse a ella y... ¡Maldita fuera!
–Has ganado este asalto, Christian–dijo ella entonces–. Teddy no me dejará en paz hasta que tenga un cachorro, pero te lo advierto: si vuelves a hacer algo así sin preguntarme antes...
–No te preocupes, he aprendido la lección.—Su mirada traviesa era tan sensual que Christian tuvo que contener un gemido. Él sabía que no podía hacer nada, pero estaba deseando tocarla y no hacerlo era insoportable.
–No hemos terminado con el masaje –le dijo, con voz ronca.
Anastasia abrió los labios, pero no dijo nada mientras él se acercaba para seguir dándole un masaje en los hombros. Se había prometido no tocarla de manera inapropiada, pero aquel masaje era solo para relajarla, se dijo a sí mismo. La oyó contener el aliento cuando hizo presión con los pulgares en la base del cuello. Era pequeña y aparentemente frágil, pero Christian sabía que Anastasia Steele no era una mujer con la que se pudiera jugar. Y debería recordarlo si iban a compartir casa. Ana contuvo un gemido mientras le masajeaba el cuello. Lo que había empezado como un casto masaje pronto se convirtió en algo cálido y sensual... Casi había olvidado cómo era el roce de las manos de un hombre. Sus terminaciones nerviosas parecían despertar a la vida bajo la presión de los dedos de Christian, que provocaban en ella un deseo inesperado. Estaba perdiendo el control y no podía hacer nada para evitarlo. Debería decir algo, pensó, hablar sobre cualquier cosa. Pero su mente no parecía obedecerla y Christian tampoco decía nada. Sus pezones se contrajeron... ¿Cómo sería sentir las manos de Christian apretándole los pechos? Quería que lo hiciera. Cuando metió los dedos para masajearle la base de la espalda, el roce le despertó un río de lava entre las piernas. Christian subió la mano por la espina dorsal... Y se detuvo de repente.
–El masaje ha terminado.
–Te hice una promesa y pienso cumplirla, así que vámonos a la cama. Se hace tarde y mañana tengo cosas que hacer.—Con la cara ardiendo, Anastasia salió y tomó el albornoz.
–¿Tú no vienes?
–En un minuto –respondió él, mirando hacia abajo.
Solo entonces entendió. El aparentemente inocente masaje también lo había afectado a él... y de una forma que un hombre no podía disimular.
ESTÁS LEYENDO
EN EL LUGAR DE SU HERMANO
FanfictionQuiero al chico Durante tres años Anastasia Steele ha ocultado a su hijo de la familia de su difunto prometido... hasta que su hermano los localiza. Ahora Christian Grey exige que se mude a su rancho de Santa Fe... el lugar que pertenece al chico po...