🌻CAPITULO OCHO🌻

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Anastasia estuvo dando vueltas en la cama gran parte de la noche, recordando la proposición de Christian.

Christian acababa de ofrecerle una vida de privilegios, pero no le había ofrecido lo que ella deseaba de verdad: sinceridad y amor. Teddy tendría un papá y una mamá, un hogar estable, todo lo que merecía el hijo de Elliot Grey. ¿Cómo iba a negarle eso? ¿No era aquello lo que Elliot hubiera querido para él? Tampoco entendía por qué Christian le había ocultado la verdad sobre el accidente.

¿Cómo iba a confiar en un hombre que le ocultaba cosas? ¿Cómo iba a pasar el resto de su vida con él?

Cuando por fin se quedó dormida, tuvo una pesadilla terrible. Estaba en la avioneta con Elliot, sentada en el asiento del pasajero. La avioneta se escoraba hacia un lado y Anastasia se agarraba al asiento.

–¡Elliot! ¿Qué ocurre?

–Vamos a pasarlo bien, cariño. ¡Aún no has visto nada!—Anastasia gritó cuando la avioneta se puso boca abajo. Aquello era muy peligroso.

–Por favor, me estoy poniendo enferma... para, Elliot. Por favor, vamos a aterrizar. Quiero irme a casa.—Él empezó a reír como un maníaco.

–¿Vas a contarme qué está pasando con mi hermano? ¿Te gusta tanto como yo?

–No sabes lo que dices... –sus palabras terminaron en un grito cuando Elliot lanzó la avioneta en picado hacia el suelo.

–No hagas eso –le rogó–. ¡Vamos a tener un hijo!

Elliot giró la cabeza para mirarla, pero cuando intentó levantar el morro era demasiado tarde. De repente, la montaña estaba frente a ellos, enorme y negra, bloqueando las estrellas. Ni siquiera tuvo tiempo de llorar antes de que el mundo explotase...

Anastasia despertó cubierta de sudor. Había sido una pesadilla. Estaba viva, a salvo, con su hijo a unos metros. Pero la pesadilla había cambiado algo. Mientras intentaba recuperar el aliento se dio cuenta de que había esperado demasiado. Tenía que saber la verdad en ese mismo instante y la única persona que podía contársela dormía en el piso de abajo. No descansaría hasta que supiera la verdad.

Christian abrió los ojos, sorprendido al ver a Ana frente a su cama.–¿Ocurre algo? ¿Teddy está bien?

–Sí, Teddy está bien –respondió ella–. Pero tenemos que hablar.

—¿Ahora mismo? –Christian encendió la lamparita de la mesilla–. Son las tres de la mañana, Ana. ¿No podemos hacerlo a una hora más civilizada?—Ella negó con la cabeza.

–He esperado demasiado tiempo.—Sorprendido por su tono, Christian se sentó en la cama.

–¿Quieres que haga un café?

–No te molestes –Anastasia se sentó al borde de la cama, nerviosa–. Acabo de tener una pesadilla, un sueño horrible sobre la muerte de Elliot. Pero tú estabas en Park City cuando murió y quiero saber lo que pasó.—Él tragó saliva.

–Han pasado casi cuatro años. ¿Por qué ahora?

–Debemos confiar el uno en el otro –Anastasia pasó una mano por el edredón–. Mi primo ha pedido el informe del accidente y sé que Elliot murió estando borracho. ¿Qué más me has escondido, Christian?

Lo sabía. Anastasia lo sabía.

–Quería evitaros más dolor, a mis padres y a ti.

–¿No pensabas contármelo nunca?

–No.

–¿Tan horrible es?

–Es historia pasada. Nadie puede cambiarla, así que olvídalo y vete a dormir.

EN EL LUGAR DE SU HERMANO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora