II

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Lucifer sentía una presión en su pecho al ver la pequeña tumba del niño enfrente de el. Habían pasado 22 años desde su muerte, y aún seguía viniendo a decorar su tumba, pero hoy estaba planeando algo muy distinto al irse del cementerio del pueblo.

Las almas seguían madurando después de estar muertos, dependiendo de cómo habías sido en vida, ibas arriba o abajo. La verdad en estos casos no importaba.

No vivían el paraíso, podían visitar las veces que querían el mundo de los vivos, su peor tortura, ver a sus familias crecer, mientras podían hacer sus vidas sin el.

¿El pequeño rubio merecía esa maldita tortura?, no, no lo merecía.

Camino por los fríos pasajes de las calles del pueblo,viendo almas pasar, llorando su muerte, llorando sus vidas, sus errores, sus opciones, sus decisiones.

Pero ya Lucifer, el dueño del infierno, estaba acostumbrado a ello, sus primeros días fueron horribles, quería mil veces ayudar a las tiernas almas, pero no podía, al dormir eran sus llantos repetitivos, había noches donde no podía conciliar el sueño. Poco a poco se hizo más frío, perdiendo las esperanzas de poder a volver a el cielo con su padre, y sus hermanos. Poco a poco supo que no podía confiar en alguien.

Pero aquel día, cuando escucho que pedían por el, a su padre, una sonrisa se plasmó en su rostro, salió de su cama a la velocidad de la luz, y con pijama supo sólo ir a ver a ese encantador niño que pedía por el, desde ahí se enamoró profundamente de el, se sentía querido una vez más, que alguien si se preocupaba por el.

Desde ahí, se la pasaba en el cuarto del niño en las noches aunque pareciera acosador, se dormía en el suelo en los pies de la cama, arropando al menor cuando se destapaba, lo quería proteger...

El día de su muerte, fue un golpe bajo para el Rey, pero se propuso a si mismo hacerle el mejor velorio de todos, a pesar de detestar los velorios.

Desde ahí trato de no hacer contacto con el niño. Pero ahora ya era mayor, tenia miedo de conocerlo, pero  la vez intriga en que se había trasformado el,pequeño niño.

Llegó a las calles reconocidas por el, acercándose poco a poco a la casa de el rubio. Viendo un cuerpo tirado en la nieve, tapando su rostro rojo por el frío, pero por alguna razón, no salían lágrimas de sus ojos. El peli negro se sentó a su lado, dándole la espalda a la casa, viendo el hermoso rostro de ángel que tenía el pequeño.

— ¿Por qué no lloras?— Quería pegarse por la estúpida pregunta.

— ¿Debería...?, ellos ya hacen su vida, no debo ya llorar por cosas insignificantes como está.

Dio un suspiro, viendo como el vapor salía de su boca.

— ¿Chocolate caliente?— Ofreció el chico de ojos rojos, el menor se sentó en la nieve, su pelo estaba revuelto con nieve en este, sus mejillas estaban rojas, al igual que sus labios y nariz, haciendo que se viera muy tierno.

Asintió.

El Rey hizo aparecer una taza con ese líquido dulce, que tanto le gustaba al menor, se la entregó, mientras se quitaba su capa de pelaje de animal que traía, y la colocaba en sobre los hombros del rubio. Este sonrió y el mayor le devolvió la sonrisa.

— ¿Cómo te llamas...?

No podía decir que era el rey del infierno, no podía decir que era Lucifer, por el que pedía todas las noches sin falta. Sabia que el tendría miedo, y saldría huyendo.

— ¿Yoongi...?

Jimin sonrió nublado su vista, presentándose a su nuevo amigo, tomando del líquido.

Tuvieron una conversación muy cálida entre los dos.

El frío demonio estaba siendo cálido con un tierno ángel que le hacía sacar la mejor versión de el. A su lado se sentía una mejor persona, que podía a ayudar a los pecadores. Pero no, eso era imposible por reglas.

— ¿Te gustó el chocolate?— El rubio asintió tiernamente, mientras entregaba la taza que tenía entre sus manos.

Sus labios se veían adictivos, como una droga, sus ojos eran dos pozos sin fondo, con el hermoso color de almendra. Sus mejillas eran tan bonitas que por alguna extraña razón quería morderlas y besarlas sin querer dejarlas.

—¿Cómo moriste?— Preguntó con eterna curiosidad el rubio.

—Caí...de un lugar muy alto.

Giro su mirada para otro lugar. ¿Lucifer muriendo?, nunca lo había pensado, el era...inmortal.

— No pareces un alma...— El pequeño se acercó poco a poco al mayor, acariciando su mejilla, Lucifer sólo ladeo su cabeza al lugar en donde tenía la pequeña maño del chico, dejando que lo acariciara.

El peli negro, tomo la pequeña mano del chico entre las suyas, besando está  con amor, sentimiento que juro no volver a tenerlo nunca. Al darse cuenta de su acto, este separó sus manos de manera rápida, pidiendo disculpas, haciendo que su rostro fuera una caldera hirviendo y se notará por lo pálido que era.

Jimin rio ante la acción, y se quedaron admirado las carretas, carruajes pasar por la fría calle, Lucifer se sentía en paz por primera en vez, en más de mil años de vida.

Pido por Lucifer...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora