4• HORARIOS COMPLICADOS

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Regresar a la universidad fue un hecho, teníamos horarios complejos, cada uno tenía sus propias obligaciones. Aun así, los fines de semana nos reuníamos en mi departamento o íbamos al Club del café.

Faltaba poco para que los Weird Guys vinieran a la ciudad. Estaba emocionado, mucho más, porque no iría solo a ver a la banda, sino en compañía de aquella chica de ojos verdes y labios gruesos que acaparaba mi atención las 24 horas del día. Incluso cuando no la veía estaba en mi cabeza rondando hasta tarde. A altas horas de la madrugada Valentina aparecía como una estrella fugaz y mi deseo siempre era el mismo: tenerla conmigo.

No era suficiente verla un fin de semana, aunque eso implicara estar el día completo a su lado o que se quedara a dormir en mi departamento.

Mis padres la habían conocido, la llevé a casa todo un sábado. Mi abuela había hecho pretzel y merendábamos con eso. A Valen le gustaron mucho, pidió la receta y mi abu no dudó en dársela, a pesar de que quizás no le salieran tan buenos como a ella al ser su especialidad.

Mamá pensó que era mi novia, tuve que aclararle que solo éramos amigos, no obstante, me hubiese encantado que lo fuera.

Y así pasaban los días, los tan ansiados fines de semana.

Llegó el viernes, salí de la universidad y me dirigí al departamento; quería bañarme antes de buscar a Valen por su casa. Nuestro plan era alquilar una película, ella se quedaría a dormir y me hacía mucha ilusión compartir tiempo a su lado.

Tan solo salir del baño y vestirme, mis pasos se aceleraron hacia la puerta de salida. Imaginaba su sonrisa contagiosa, su mirada llena de complicidad, y eso me impulsaba a apresurarme aún más. Cada segundo contaba, deseaba llegar a su encuentro lo antes posible.

Salió de su casa y sonrió al verme.

—¡Hola, Valeria! —La abracé con fuerza—. ¿Ya estás lista?

—Obvio, ¿sabes que llevo en la mochila? —Me preguntó suspicaz y negué con la cabeza—. Llevo chocolates.

—Qué raro, eso ya es adicción, ¿debería llamar al 141 o uno de esos?

—¡Cállate, Brad! Vamos.

Con la película en mano, sus chocolates, y una pizza que compramos de pasada, ingresamos al departamento dispuestos a que nuestra noche de viernes se llevara a cabo con normalidad.

"Pide al tiempo que vuelva" dirigida por Jeannot Szwarc era la película elegida por Valentina esta vez. Siempre que alquilábamos nos poníamos de acuerdo, una vez ella, otra vez yo. En otras palabras, una de acción y otra romántica, una de cal y otra de arena.

El filme terminó y lo debatimos sacando nuestras propias conclusiones.

—El amor duele —confirmó.

—Tienes una obsesión, Valeria, no sé por qué eres así —Ladeé la cabeza mirándola incrédulo—. El día que encuentres al amor lo dejarás ir por tonta.

—No creo que pueda enamorarme.

—¿Por qué no?

—Porque mis tiempos son complicados, no tengo el espacio que se necesita entre mis responsabilidades y amar a otro.

—Te haces tiempo para mí los fines de semana, ¿cómo no te vas a hacer tiempo para amar a otro? —reímos.

—Pero hay que amar todos los días, no a veces o cuando se puede.

—Valentina —resoplé—. ¡Qué complicada eres! Deja de pensar tanto en lo que va a pasar o en lo que no ha pasado —blanqueé los ojos—. ¿Y si te concentras en el ahora?

Desde la primera vez que la viDonde viven las historias. Descúbrelo ahora