El fin de semana fue el mejor de toda mi vida. La chica con la cual compartía tardes y música se había vuelto una especie de novia no confirmada, pero próxima a serlo.
Valentina había viajado al sur con la universidad para ir al conservatorio de música. Amaba tanto su carrera que no dejaría pasar la oportunidad. Aunque a mí me costara estar lejos de ella, me parecía bien que pudiera darse ese gusto.
Mi semana transcurría, era miércoles, solo faltaban dos días para que ella llegara y, de paso, poder alucinar con el concierto de los Weird Guys el sábado. Pensaba mucho en eso, en lo bien que se sentiría compartir algo que nos gustaba, junto a la posibilidad de hablar con el gato, y presentárselo como si se tratara de un íntimo amigo.
Valen conoció a la banda por sus letras, al igual que yo se había vuelto una gran fan. No todos los días se tiene la suerte de encontrar temas tan profundos que te hagan reflexionar.
Consideré pedirle noviazgo formalmente después del recital, o inclusive cuando la banda tocara el tema "Eres mi mundo". La letra hablaba prácticamente de Valentina Xerta llegando a mi vida en una tienda de discos. Bueno, según mi interpretación, lo era.
Cuando creí tocar fondo, apareciste cambiando mi vida
acepté las heridas y arreglé mis alas para juntos poder volar
Mi mundo que ahora eres tú, es todo lo que tengo y quiero
porque juntos podemos lograrlo todo.
La oportunidad no podía escapar de mis manos. Mi familia la amaba, la suya me había aceptado, incluso se quedaba conmigo los fines de semana; hacíamos una increíble pareja.
Estaba estudiando para mis exámenes, a la vez que ayudaba a mi viejo en la ferretería. Proyectaba un futuro con ella desde hace tres días aproximados y, por alguna razón, la pensaba, la soñaba aún despierto. Esto generaba un conflicto interno conmigo mismo, porque no era normal, estaba siendo ansioso, me estaba anticipando a cosas que todavía no pasaban o que quizás nunca llegarían a concluirse.
A los 21 años me daba el lujo de fantasear cuantas veces quisiera. Quería ser periodista y poder entrevistar a bandas de rock, dedicarme a cubrir notas artísticas, nada de inmiscuirme en temas de política y esas opiniones interminables. Quería escribir acerca de mis experiencias, quizás tener una columna diaria de por qué la música causaba un impacto en mi vida y de cómo interpretaba las letras de mis bandas favoritas. Al menos eso estaba en mis proyectos.
Los planes habían cambiado y sentía que Valentina tenía que estar dentro de ellos. Una chica que estudiaba música, que interpretaba letras, vivía de ese arte de la misma manera que yo lo hacía, y como si fuera poco, me había enamorado por completo.
Rogaba que me dijera que sí el sábado, que mi manera de formalizar fuera especial para ella, y que ese concierto de los Weird Guys nos marcara para siempre recordando la fecha.
Cerré la ferretería con destino a mi departamento, ya había oscurecido y estaba fresco. Pocos autos pasaban por la calle, los transeúntes que se veían estaban yendo a sus casas al culminar la jornada laboral.
Un cartel de los Weird Guys apareció en una parada de colectivo llamando mi atención. Estaba mal pegado, la suave brisa lo iba quitando poco a poco. Me acerqué, miré hacia los costados para constatar que nadie me viera, y lo quité para guardarlo en mi bolsillo. Debía tener un recuerdo de lo que, según yo, sería el mejor día de mi vida si Valentina aceptaba salir conmigo.
Llegué al departamento, coloqué la radio y la locutora anunció el próximo tema con una dedicatoria.
"Este tema es para Blaz, para que pienses antes de dormir. Asleep— The Smiths ".
Me quedé perplejo, ¿podría ser Valentina la que pidió el tema? No había forma de saberlo, pero por si acaso, lo analicé. Me preguntaría pasado mañana cuando llegara y yo tendría que darle una repuesta más que filosófica y deductiva. Sin embargo, un dolor se apoderó de mi pecho. No había escuchado nunca esa canción de los Smiths, supongo que por ser tan lenta no fue de mi total agrado, y para ser un miércoles a las once de la noche, no era una gran combinación tampoco. Aun así, insistí en escucharla.
Si era Valentina la que me había dedicado el tema no era buena señal. Podía interpretar la canción como una despedida. ¿Me estaría dejando antes de comenzar? No puede ser, no habría hecho el amor conmigo el fin de semana si tuviese esas intenciones, ella misma me lo había aclarado.
¿Acaso querrá quedarse en el sur? Me pregunté. Sus posibilidades de estudiar en el conservatorio eran grandes, si ese era el motivo, yo la apoyaría a la distancia. No era un impedimento para mí.
Tras pensar mientras cenaba, llegué a la conclusión de que quizás se trataba de otro Blaz, no necesariamente debía ser yo. Es una radio nacional, se escucha en todo el país, ¿por qué justo se trataría de mí y Valentina? Me cuestioné mil veces más y me sentí peor.
Lavé los platos, los de la mañana y los de la noche, para ir a dormir de una vez, analizando esa letra.
Al día siguiente me levanté y fui a la universidad, podría decirse que estaba ansioso, solo faltaba un día para que Valen llegara del sur, era lo único que me importaba.
Mis compañeros de la universidad se reunirían en la tarde y acepté acompañarlos, hacía mucho que no salía con ellos, de paso me ayudaría a matar el tiempo; no me tocaba ir a la ferretería.
El Club del café se llenó con nuestra presencia, éramos un grupo grande, siete en total, cuatro chicas y tres varones. Pedí un chocolate caliente y reí en cuanto lo dije; mi taza amarga de café había quedado sustituida por la adicción de mi loca amiga.
Hablábamos de la facultad, de la vida, entonces, les comenté que los Weird Guys llegaban el sábado y yo tenía las primeras entradas para ir a verlos. No se sorprendieron, al contrario, viraron sus ojos y rieron al saber que había comprado una de las tantas anticipadas.
—¿Con quién vas a ir? ¿A quién convenciste esta vez? —preguntó Eduardo, cargado de ironía.
—Con mi novia. —Solté, y sus expresiones cambiaron.
—¿Novia? ¿Desde cuándo? —indagó Alicia.
—Si tengo suerte desde el sábado será mi novia —asentí con picardía.
—¿Cómo es eso? Por fin alguien que tiene una historia interesante. —sonrió Candela.
Les conté todo, obviando algunas partes que preferí guardar solo para mí. Más adelante, cuando conocieran a Valentina, podríamos profundizar en nuestras reflexiones delirantes.
Las chicas prestaban atención a mis palabras como si se tratara de una gran historia de amor. Y lo era, claro que lo era. Los chicos también escuchaban, pero se reían por mi audacia en varios momentos, como la idea de invitarla a mi departamento el mismo día de conocerla solo para escuchar música. Extraño, pero cierto.
Pasaron los minutos, mi relato había gustado tanto que las chicas insistieron en que después del recital, cuando Valen aceptara mi propuesta de noviazgo, nos juntáramos para conocerla. Les hablé lo suficiente de sus ojos verdes y sus labios prominentes al punto de que los muchachos pensaron que era una alucinación, aunque les demostraría que era real. Mi Valentina era real.
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Desde la primera vez que la vi
Short StoryCuando nuestras manos chocaron para tomar el mismo CD supe que era especial. Desde la primera vez que vi a Valentina mi pensamiento nunca volvió a ser el mismo. -Historia corta- Registrada con los derechos de autor en mi país. No copias ni adaptaci...