___ jamás tenía aventuras con los hombres con los que trabajaba, después de haber sufrido en el pasado, se protegía tras el ingenio y el sarcasmo... Pero su nuevo jefe, increíblemente sexy Dokyungsoo iba a poner a prueba su determinación.
Esta hist...
Exhausta, ___ se sentó sobre su vieja maleta y trató por enésima vez de cerrar la cremallera, había empaquetado los libros y la ropa que ya no quería, dejando una nota para que la diesen a la beneficencia, lo único que le quedaba era la maleta con la que había salido de México, una bolsa para trajes y su pequeño bolso.
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Había ido al apartamento cuando Kyungsoo se había marchado a trabajar, y estaba agotada después de recogerlo todo, se suponía que iban a trasladar sus cosas y ella se instalaría con Kyungsoo permanentemente, las cosas habían ocurrido muy deprisa y no podía seguir fingiendo.
Ese fin de semana conocería a la familia de Kyungsoo, menuda forma de ser presentada
«Aquí está la chica a la que dejé embarazada y ahora vamos a tener una boda relámpago».
No podía soportarlo. Había intentado decirle que no hacía falta casarse tan deprisa, pero él había insistido, Kyungsoo el honrado, atrapado en una boda, una sentencia de por vida, había hecho mal en dudar de él, no se parecía en nada a Kai. Kyungsoo tenía integridad y siempre hacía lo correcto.
Claro, la deseaba, la atracción sexual entre ambos era dinamita, pero eso no era suficiente, no podía durar, sobre todo bajo el peso de tener no uno, sino dos bebés a los que cuidar. Al menos no había fingido con ella, no había dicho esas dos palabras, no lo haría.
Mentir era imposible para Kyungsoo, en una ocasión le había dicho que era una persona sincera y lo era, dolorosamente sincera, ___ abría creído esas palabras si se las hubiera dicho, simplemente porque ansiaba oírlas, pero no las había pronunciado, porque no las sentía.
«Te amo»
Pero lo amaba con toda su alma y no era que las hormonas del embarazo, que intentaban guiarla hacia un futuro seguro; había sabido que estaba embarazada desde el primer fin de semana que habían pasado juntos, para ella no era sólo el fuego de la pasión, sino el placer del humor, de los intereses comunes, el brillo que sentía al pasar tiempo a su lado.
Lo amaba y odiaba la idea de que estuviera atrapado en un matrimonio unidireccional, no podía soportar que fuera infeliz, casado con alguien con quien no quería estarlo, incapaz de ser libre para buscar a una mujer a la que amase como ella lo amaba a él.
Día a día, su relación había seguido su cuenta atrás y él no había sacado el tema del futuro en ningún momento, simplemente no había planeado que hubiese un futuro, debería haber acabado y ella no podía soportar saber que su matrimonio era por obligación, no porque realmente lo deseara.
Por eso tenía que hacerlo, tenía que marcharse, con un esfuerzo sobrehumano, bajó las bolsas hasta la calle y se puso a esperar un taxi.
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