Capitulo dos

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Le habían dicho que era una mala idea. Todas y cada una de las niñeras de Jin Ling, muchas de las cuales también habían sido niñeras de Jiang Cheng, le dijeron que llevar al heredero de la secta Jin, que ahora era conocido en el mundo de la cultivación como el bebe mas temperamental que China había visto, al Receso de las Nubes era mala idea. Pero Jiang Cheng se reusó a escuchar, convencido de que Jin Ling, quien ahora tenia dos años, entendía que no podía interrumpir las reuniones con sus lágrimas. Se había vuelto muy bueno en quedarse callado sentado en el regazo de su tío, masticando uno de sus cepillos de repuesto. A los otros lideres de secta no les importo, e incluso si lo hacia, nadie era lo suficientemente valiente para enfrentarse a Jiang Cheng y Zidian.

Jiang Cheng se preguntó brevemente si debió haber tratado de cultivar una personalidad mas amigable alrededor de los otros lideres de secta, tratar de calmar su personalidad áspera, algo que nunca había aprendido a hacer. Yanli y...y Wei Wuxian siempre habían estado ahí para resolver cualquier conflicto en la que su afilada lengua se viera involucrada. Yanli con su gentil tono y sus ojos tan duros como el acero detrás de su fachada educada y Wei Wuxian con su charla incesante que ocultaba una peligrosa amenaza mientras lanzaba a Subían de un lado a otro en sus manos. Su corazón se retorció en su pecho y mientras estaba distraído, Jin Ling, claramente aburrido del cepillo, extendió la mano y saco la cinta de su cabello y de inmediato se la metió a la boca antes de que Jiang Cheng pudiera detenerlo.

Cuando le advirtieron a Jiang Cheng de dejar a Jin Ling en casa y que no hiciera el viaje hacia el Receso de las Nubes con él, pensó que las niñeras estaban preocupadas por el ruido. Jin Ling era capaz de hacer mucho ruido después de todo y también de sostener este ruido durante mucho tiempo. No esperaba que el problema real fuera la inclinación de Jin Ling por masticar cintas, pero suponía que eso era lo que conseguía por no escuchar a las niñeras, siempre sabían que era lo mejor.

Cuando Nie Huaisang fue arrastrado a la ultima reunión de secta por su hermano mayor, esperaba romper el aburrimiento comiéndose sutilmente con la mirada al líder de secta Jiang, puntuando por su hermano golpeándolo en la cabeza cuando era demasiado obvio que no estaba escuchando. No esperaba que Jin Ling hubiera arrancado la cinta de Jiang Cheng para masticarla, haciendo que el cabello del otro hombre se cayera de su severo chongo alrededor de su cara. Huaisang sintió como sus mejillas se calentaban y estaba agradecido de que su abanico ocultara su sonrojo de los otros líderes de secta. No esperaba que la repentina cortina de cabello suavizara la cara del otro hombre tan drásticamente, haciendo que Jiang Cheng se viera menos como un hombre endurecido por la guerra y mas como el chico con el que había estudiado hace años.

Los otros líderes de secta estaban mirando. Jiang Cheng podía sentir las miradas sobre él, pero se negó a mirarlos a los ojos y desecho su sonrojo, manteniendo sus ojos sobre Lan Xichen que había estado hablando, esperando que continuara. Lan Xichen capto la indirecta y continuo su discurso, subrayando la importancia de la unidad entre sectas y la cooperación en el futuro. Esto, por su puesto, llevo a los otros lideres a hablar con sus propias opiniones sobre como fracasaría la unidad entre las sectas tal y como lo había hecho antes, y que no tenia mucho sentido esforzarse hacia una meta mayor. Aunque la dirección de la conversación lo frustro, no pudo evitar alegrarse de que las miradas lo abandonaran, en lugar de centrarse en discutir sobre mejorarse a sí mismos.

Los otros líderes de secta estaban mirando. Nie Huaisang podía ver sus ojos enfocados en el joven líder de secta y sus ojos se entrecerraron, agudos y sospechosos, algo oscuro y celoso se retorció en su pecho. Las miradas calculadoras dirigidas a Jiang Cheng fueron las que se dieron cuenta de lo guapo que era el líder de Yunmeng Jiang, con su mandíbula definida y sus pómulos altos, era una gran belleza, tal y como había sido su madre. Huaisang tuvo que contener un gruñido ante una mirada particularmente lasciva de uno de los lideres de secta, cuyo nombre nunca se había molestado en aprender. Mantuvo su temperamento y elogio a Lan Xichen cuando volvió a hablar, desviando la atención de nuevo al tema en cuestión, en lugar de la belleza de Jiang Wanyin.

El Río Me Lleva A CasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora