La batalla para proteger la fuente de magia marcó un antes y un después. Muchos la querrán y estarán dispuestos a pelear por obtenerla, ahí es donde entrará nuestro héroe junto a sus aliados mientras que nuevos enemigos llegan. Revelando nuevos secr...
En fin, les aviso que el capítulo es un poco largo.
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*Hace un mes, con el caballero*
—Bueno... Buena suerte entonces, te voy a extrañar —contestó el arácnido.
—Descuida, ya tienes suficiente ayuda —mirando a Marcia—. Sigue siendo un héroe y protege a tu ciudad —dicho eso, Marco estrechó su mano y lo abrazo brevemente; Marcia hizo lo mismo y se despidieron del caballero.
—Cuídate mucho y suerte —comentó el castaño viendo cómo Luna se alejaba de ellos lentamente.
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—Adiós —dijo para luego saltar del edificio y desaparecer como un ninja. A lo que Marcia dio un suspiro.
—Bueno... Supongo que ahora somos tú y yo.
—Eso parece... Vamos a casa, hermana.
En eso, ambos lanzan sus redes y se columpian tranquilamente de regreso a casa. Mientras que el caballero aterrizaba en la acera y presionaba un botón secreto en el muro; entró al cuarto secreto y se quitó su emblemático yelmo, revelando su rostro, se dirigió a una mesa y abrió una pequeña caja que contenía comida enlatada entre otras cosas; pero lo más importante, un teléfono.
—Ya es hora —dijo Marc Spector prendiendo el teléfono y haciendo la llamada a alguien.
—¿Hola? —contestó una voz femenina.
—Hola, Hekapoo, soy yo, Marc.
—Ah, eres tú, Luna. Supongo que ya es hora.
—Si, te doy mis coordenadas.
Una vez dada la información, al cabo de unos minutos se abre un portal dimensional a su lado, el caballero le da una última mirada a las calles de Nueva York a través de una ventana; para luego entrar al portal y aparecer en la dimensión de Mewni, en donde su compañera lo esperaba.
—Gracias.
—No hay de que, lo que sea para ayudar a un viejo aliado —respondió la peli roja guardando su daga dimensional—. ¿Estás seguro de que sabes a dónde vas? No es tarde para regresar a la alta comisión, tendrás alojamiento, servicios...
—Descuida, sé lo que hago —interrumpió él.
—Está bien —dijo ella dando un suspiro—. Toma esto de mi parte —agarró unas tijeras de su cinturón y se las dio a Marc.
