Errores

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Me desperté y noté una calma extraña en mi habitación, como la paz luego de la tormenta. De todos modos, aún seguía muy confuso y enojado por todo lo sucedido el dia anterior. Estaba odiado con Jay y mi madre.

No tenia ganas de ir a visitarla,ni de que se recupere. Me sentía traicionado... pero lo que es peor, sentía que habian traicionado a mi padre. Con la noticia de que habian intervenido el auto de mi papá no pude irremediablemente no pensar en ellos. En los presuntos culpables y como ahora la culpa los carcomia por dentro. Por eso Jay me trataba cortante desde un comienzo y mi madre consumía esas drogas.

Pero yo estaba dispuesto a poner las cosas en su lugar. A cobrar venganza por lo que le habian hecho a mi padre.

Bajé hacia la cocina en búsqueda de mi desayuno al tiempo que prendí nuevamente la televisión. En titulares ahora aparecía como última noticia la clausura y la detención del dueño de la finca Campbell, debido a que durante el allanamiento se habia encontrado un brazo perteneciente al cadáver del río. Una parte de mi venganza estaba resuelta. Ahora tocaba la más difícil.

Después de desayunar, revolví mi ropero hasta que finalmente encontré un pañuelo. Me semitapé la cara, me puse mi campera de lluvia y me dirigí al cajón de mí habitación, al costado de la computadora. De el tomé la foto de mis padres frente al río y anoté algo detrás con un fibron medio gastado. Bajé otra vez, pero en esa ocasión hacia el garaje. Tomé la bicicleta y salí.

Recuerdo que era un dia gris. Durante el trayecto no me crucé a nadie. La ciudad parecia desierta, como si se hubiese preparado para lo que estaba por hacer.

Tras unos minutos llegué. Subí lentamente las escaleras. Ví la B en la puerta y entré, aún con dudas. Estaba dormida. Me aproximé lentamente. Me puse unos guantes que estaban apoyados sobre la mesita de luz. Tomé la almohada y comencé a temblar. Era necesario. Tanto sufrimiento no habia sido en vano. Finalmente, tomé valor y la introduje en un sueño, pero esta vez eterno. Busqué dentro de los bolsillos la foto y la deje sobre su cuerpo. Me dí media vuelta y me fui, como si nada hubiera sucedido. Al salir, una doctora ingresó al lugar y comenzó a gritar.

De repente se habia armado un revuelo. Doctores corriendo y gritando. Llevando camillas de acá para allá. Pero yo me sentía bien. El odio dentro de mí habia mermado. Me acomodé bien el pañuelo y pasé desapercibido entre la multitud. Una vez fuera, no tomé la bicicleta. La dejé allí. Opté por ir caminando  solo,como solía hacer todos los días, sumido en ese aburrimiento cotidiano. Pero esta vez...buscando evitar el río.

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora