Parte 4

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Después de todo lo que había sucedido, quise regresar de nuevo a mi país, regrese a mi antigua casa con mis padres. Mi hermana menor era muy aplicada, bastante responsable y con la mentalidad de salir adelante, tenía 17 años, ya había terminado el colegio y había entrado a la universidad, era alguien ejemplar, el orgullo de mis padres y también el mío por supuesto.

Cuando empecé a retomar mi vida, yendo a sitios que me ayudarían de alguna manera a enderezar mi camino, dejando atrás todas las cosas que de alguna forma hicieron me hicieron daño, conseguí un trabajo en un café, era bueno por así decirlo, una mañana cualquiera entro una linda chica, directo hacia mí a pedir un café, sentí que esa voz ya la había escuchado antes pero no quise decir nada para no hacer que el momento fuera incómodo. La chica acostumbraba ir mucho, la veía todas las mañanas y algunas veces, en la noche, se me hacía familiar su rostro, su voz y su manera de caminar, y de alguna manera sentía que ella me miraba de algún forma extraña, queriendo decir algo, y un día me decidí a preguntarle su nombre, y me sorprendí porque al preguntarle su nombre lo que me dijo fue; -se quién eres tú, perfectamente, te demoraste mucho en preguntar, soy Sofía…- en ese momento no supe que decir, quede en shock, recibí el dinero del café y me retire hacia la bodega, y todo el día estuve pensando, ¿Cómo no pude recordar ese rostro?.
Sofía estaba muy distinta, aún más linda desde la última vez que nos vimos. El destino por más que no quisiéramos, nos volvía a enlazar, sin importar cuantas cosas hayan pasado. Sofía seguía yendo todos los días con su misma petición, y yo pues claro le hablaba brevemente, haciéndola reír o que pasara un buen momento, paso un buen tiempo y sentía que todo estaba bien, que al estar con Sofía me sentía feliz… un dia la invite a cenar a restaurante cerca de su casa, hablamos incansablemente, contando todo lo que nos había pasado durante todo el tiempo que no hablamos, todo estuvo bien hasta que surgió la conversación sobre nosotras, la note distante y de repente se alejó de la mesa, directo hacia la puerta de salida del restaurante. Al día siguiente vi que no fue al café, que era su costumbre y le llame, al contestarme le dije -¿no quieres tu cafecito hoy?- dije con un tono nervioso –No tuve tiempo- respondió Sofía con bastante inseguridad -¿estas libre en la noche?- me dijo un poco entusiasmada  –Claro, pasare por ti al salir del trabajo- le dije y colgué, al llegar a su casa vi que no había mucha luz, toque a su puerta y al Sofía abrirla vi como estaba su casa decorada con velas y música un tanto romántica, sirvió la cena, comimos y hablamos, antes de irme me dijo
-Creo que ya es justo de hacerle la imposible al destino, ¿no crees?
Mi respuesta fue un largo beso, el cual fue correspondido, Sofía y yo nos dimos otra oportunidad de crecer juntas, algo que ni yo me esperaba después de todo…

Fui quien Sofía quiso ver después de tanto tiempo, me pude privar de seguir caminando hacia la oscuridad y pude dejar de mirar hacia el precipicio, Sofía me llenaba de una manera en la que nadie nunca lo pudo hacer y quien me dio la gran lección de que, para poder amar lo indispensable es SANAR.

MICHELL CANO.

SANAR PARA AMAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora