Vidas

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POV NATALIA

- Olivia, me estás poniendo nerviosa. - dije andando por el salón mirando a todos lados.

- No, tú me estás poniendo nerviosa a mí. - rodé los ojos y seguí buscando. - ¿De verdad no sabes dónde están? - me gire hacia ella y conté hasta tres antes de hablar para relajarme.

- ¿Puedes ayudarme a buscarlas en vez de sacarme de quicio? Sería de ayuda, la verdad. - me gire sin esperar que contestara y escuche como resoplaba.

- Es que eres un desastre. - esa frase fue la gota que colmo el vaso.

- Bueno vale ya, ¿no? - me gire hacia ella y me miró con cara de arrepentimiento. - No es como si hubiera matado a alguien, joder. Lo siento por no ser una máquina y llevarlo todo para delante sin fallos, pero no puedo. - quizás me estaba yendo del tema, pero había explotado y hasta que no lo soltara no iba a saber parar. - No te pido nada más que lo mínimo, para no distraerte ni robarte tiempo de tus cosas e intento hacer las cosas lo mejor posible, así que por favor, no pagues tus frustraciones conmigo. - hizo un puchero y me arrepentí de la mitad de las cosas que había dicho al momento. Se acercó a mi y abrió los brazos rodeando mi cuerpo. La rodee con los míos, cerré los ojos suspirando, y dejé un beso en su cabeza.

- Lo siento mamá, pero estoy muy nerviosa. - su voz rebotó contra mi hombro y la apreté un poco más contra mí.

- Yo también cariño, pero ya verás como todo sale bien. - cogí su cara entre mis manos con toda la ternura y amor del mundo esperando su afirmación pero simplemente me miraba. - ¿Vale? - pregunte y esta vez sonrió y asintió antes de coger mis mejillas al igual que yo hacía con ella.

- Gracias, mamá. - note el nudo apretar mi garganta y la emoción llegar a mis ojos y sacudi mi cabeza cogiendo aire.

- Venga, vamos a buscarlas que aún llegamos a tiempo. - asintió y dejo un beso en mi mejilla antes de salir andando rápida al pasillo de la entrada.

Al cabo de unos minutos unos gritos desde el pasillo de las habitaciones me pusieron en alerta, pero cuando asomo dando saltitos con las llaves del coche en la mano solo pude sonreír. A veces tenía gestos que me recordaban tanto a su madre que me daban ganas de llorar.

- Vamos, que no llegamos. - me lanzó las llaves y salió corriendo cogiendo cosas como un torbellino, como cuando apenas era una niña pequeña. Cogí mis cosas y la seguí a paso apresurado. No nos llevó mucho tiempo llegar a la universidad.

- Voy a subir ya mamá. - me aviso nada más entrar al salón de actos.

- Corre cariño. - dije antes de darle un beso en la mano que cogí cuando me paro y me sonrió antes de darse la vuelta y perderse entre la multitud de alumnos.

Me dirigí hacia las sillas buscando una persona enconcreto. Cuando la encontré sonreí y me acerque.

- Pensaba que no llegabais. - dijo nada más llegar a su lado y me senté.

- Todo controlado Rafi. - me sonrió y no puede evitar recorrer mi alrededor con la mirada. Los padres y madres se agrupaban en la sala hablando entre ellos, con caras de orgullo, felices y al girarme a mi derecha vi la silla de mi lado vacía, parecía que estaba guardada para Alba.

- Bienvenidos a la graduación de Filología tanto hispanica como inglesa de los cursos que entraron en el 2040 y salen ahora, en el 2044. - Hablo el director por un micrófono desde el atril en el centro del escenario sin perder la sonrisa. - He de decir que en estos años, he conocido a personas maravillosas de las que sin duda he aprendido muchísimo. No sé si yo he llegado a enseñarles bien a ellos - algunas risas se escucharon por la sala - pero me quedo con que ellos a mi si. - miro por toda la sala a todos los que habíamos allí sentados y volvió a hablar. - Podéis sentiros orgullosos y orgullosas de ellos y ellas, muchos serán escritores y escritoras, otros y otras tomarán otro camino, pero tengo la certeza de que son personas que van a luchar por sus sueños y de corazón - se giro hacia donde estaban los alumnos sentados. - os deseo lo mejor. Gracias por haberme hecho a mi y a los compañeros y compañeras el trabajo más fácil, ha sido un placer compartir tiempo con vosotros. - la gente comenzó a aplaudir y mire hacia donde estaban los alumnos y más de uno y una se secaban las lágrimas. Entendía esa sensación, la de que ves como se está cerrando delante de ti una etapa y te da pena, pero a la vez la euforia de saber cómo es lo que viene te consume.

Perderme fue la mejor forma de encontrarte. [Albalia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora