¿Recuerdas cuando golpeaste al dueño de mis lágrimas?
¿Al que me hizo sufrir por meses?
Apuesto que no, ¿cierto?
Llego a la cafetería.
Su sonrisa se borro cuando nos vio.
Riéndonos.
Se acercó a nosotros y comenzó a gritar.
Me defendiste de la mejor manera.
Pero el no pudo actuar de la misma forma.
Te golpeo el labio y tu mejilla. Grite.
No te rebajaste a su nivel.
Eso hasta que me dijo zorra.
¿Lo recuerdas? Yo si, permanecerá en mi memoria.
Por siempre.