Nota veintiuno.

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¿Recuerdas cuando golpeaste al dueño de mis lágrimas?

¿Al que me hizo sufrir por meses?

Apuesto que no, ¿cierto?

Llego a la cafetería.

Su sonrisa se borro cuando nos vio.

Riéndonos.

Se acercó a nosotros y comenzó a gritar.

Me defendiste de la mejor manera.

Pero el no pudo actuar de la misma forma.

Te golpeo el labio y tu mejilla. Grite.

No te rebajaste a su nivel.

Eso hasta que me dijo zorra.

¿Lo recuerdas? Yo si, permanecerá en mi memoria.

Por siempre.

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